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↳ 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐅𝐈𝐕𝐄 - 𝐌𝐈𝐃𝐒𝐔𝐌𝐌𝐄𝐑𝐒
ᴠᴀʟᴇɴᴛɪɴᴇᴍᴀʟʟᴏʀʏ sɪɢʜᴛ
𝐏𝐎𝐃𝐈𝐀 𝐉𝐔𝐑𝐀𝐑 que hasta las dos oficiales que estaban ahí notaron mi preocupación al enterarme de quien había ido a pagar la fianza de JJ. Es que no lo iba a negar, mi cara se había transformado por completo: me había palidecido y sentí como mi mandíbula caía con sorpresa y mis ojos se agrandaban con temor.
—¿Señorita Mallory, se encuentra usted bien? —me preguntó la oficial Peterkin—. ¿Necesita que llamemos a alguien?
—No —negué al instante, fingiendo una sonrisa—. Todo esta bien. Que tengan un buen día.
Salí casi que corriendo de allí, y al estar afuera, busqué desesperadamente el auto del padre de JJ, pero no estaba ahí. Di un suspiro derrotada y pensé en todo lo que Luke le habrá dicho y le habrá hecho, aunque esto último no tenía que pensarlo demasiado. Sabía a la perfección lo mucho que lo habrá golpeado por eso, pues, no tienen el suficiente dinero cómo pagar esto y seguir viviendo con tranquilidad.
—¿Dónde diablos estás, Jay? —susurre para mi misma, yendo hacia mi auto.
Pensé en su casa, pero no quería encontrarme una horrible escena entre él y su padre. Así que, si no me llamó y tampoco me buscó, claro estaba que quizás necesitaba un momento a solas.
Se sentía mal no poder hacer nada por él. Yo nunca quise entrometerme entre su relación con Luke, y él tampoco quería que lo hicieron. Pero, es demasiado difícil ver como alguien que quieres es constantemente lastimado y herido por su padre. A veces, me pregunto qué haría JJ si la situación fuese al revés. Sé que no le importaría lo que yo le dijera, y que haría lo que él crea correcto.
Yo no era así. Quizás es por eso que solemos discutir siempre por las mismas cosas.
✩✮✩
Llegue a casa luego de unas horas, estuve un buen rato en casa de Kie y después me fui directo a la mia. Pues, tenía que vestirme para la gran fiesta que organizaron los Cameron por el nombramiento de Ward a Guardian de los Caballeros de la azalea. Con todo el respeto, no podía importarme menos.
—¡Hasta que al fin apareces! —exclamó mi madre, largando un suspiro aliviado—. Ya tendrías que estar preparándote para ir a casa de los Cameron, cielo.
—¡Val! —llamó mi hermana desde arriba—. ¿Me quieres prestar tu cartera McQueen negra?
—Tómala —respondí—. Lo siento, ma. Te prometo que haré tan rápido como pueda.
