CHARLA ENTRE AMIGAS Hermione, 5º año

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Reconozco que estaba un poco nerviosa. Bueno, no, MUY nerviosa. Pero era de ilusión, porque por fin me iría a la Madriguera, con Ginny y con Ron... Ron, aquel pelirrojo que me daba tantos quebraderos de cabeza y del que ahora estaba empezando a enamorarme sin saber por qué.

En ese momento me encontraba en el salón de mi casa, frente a la chimenea y rodeada por mis padres.

-Oh, hija, cuídate mucho- me dijo mi madre mientras me abrazaba con demasiada fuerza-. Y escríbenos, ¿vale?

-Sí, mamá- conseguí contestar achuchada contra ella.

Aquello bastó para que ella me diera un sonoro beso en la mejilla. Madres...

Cuando al fin se separó mi padre me dio un abrazo, pero al menos él no me dejó sin respiración.

-Nos vemos en Navidad, cielo.

Dicho esto cogí mis dos baúles (uno con la ropa de Hogwarts y otro con libros) y me metí en la chimenea. Les dediqué una última sonrisa a mis padres, me despedí con la mano y cogí un poco de Polvos Flu que la señora Weasley me había dado hace unos meses en King Cross por si acaso los necesitaba.

-¡La Madriguera!- grité mientras soltaba los polvos, y me perdí en una nube de humo pasando de chimenea en chimenea por varias casas de Londres.

Finalmente me paré atropelladamente en un lugar que me resultaba familiar. Aún no estaba demasiado acostumbrada a aquello, así que me tuve que agarrar a mis baúles para no caerme.

Sacudí la cabeza. Aquella estancia era una cocina repleta de cosas, la mayoría objetos domésticos que trabajaban solos (como unas agujas de croché en una esquina) y había una mujer regordeta y pelirroja que se dio la vuelta precipitadamente con un trapo en una mano y una varita en la otra.

-¡Hermione, querida!- exclamó la señora Weasley.

Salí de la chimenea y la señora Weasley se acercó a mí para darme un cariñoso abrazo, típico de ella.

-¿Cómo estás?- me preguntó.

-Muy bien, gracias- contesté sonriente.

¿Cómo no iba a estarlo? Tan solo el aroma de aquella casa ya resultaba agradable. Pero entonces la señora Weasley se apartó y me miró con el ceño fruncido.

-¡Qué flacucha! ¿Quieres algo de comer?- ofreció.

Reí levemente. Para ella todos estábamos siempre demasiado delgados, y aunque tomarme en aquel momento uno de sus deliciosos platos no hubiera estado nada mal, tenía otras cosas más importantes que hacer.

-No, gracias.

-Um...- la señora Weasley no parecía aprobar mi respuesta, pero finalmente volvió a sonreír y dijo-. Supongo que querrás ver a Ron y a Ginny.

Asentí energéticamente con la cabeza y ella se llevó la varita a su garganta.

-¡Niñoooos!- dijo con la voz amplificada mágicamente-. ¡Hermione está aquí!

Nos dirigimos al salón mientras notaba temblar el techo y unos pasos rápidos que bajaban las escaleras.

Y de repente vi una larga cabellera rojo fuego aparecer en el último escalón, pero no me dio tiempo ni a terminar de componer una sonrisa porque Ginny ya se había abalanzado sobre mí. Nos abrazamos fuertemente y comenzamos a movernos hacia los lados sin soltarnos. Le di un beso en la mejilla y abrí los ojos esperando ver a alguien más al pie de la escalera. Allí estaba él... Me aparté de Ginny y me acerqué a Ron lentamente y sin decir nada. Mi corazón latía con fuerza. Entonces él me extendió una mano. "¿Cómo? ¿Qué significa esto?", me pregunté. Claro, se me había olvidado que siempre nos saludábamos así, con un simple apretón de manos. Pero esto tenía que cambiar de una vez, y no porque ahora sintiese algo por él, sino porque éramos amigos. Los mejores amigos del mundo... Tras unos segundos cogí suavemente su mano y la aparté, haciendo que Ron pusiese cara de confusión ("que se aguante si no le gusta") y me puse de puntillas para pasar mis brazos alrededor de su cuello y abrazarlo por primera vez en mi vida, por muy raro que parezca. Y cuál fue mi sorpresa cuando él me respondió al abrazo.

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⏰ Última actualización: Oct 10 ⏰

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Ron y Hermione: Su historia desde el principioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora