QUERIDA HERMIONE... Ron, 5º año

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 -Venga, Ginny, por favor.

-¡Que no!

-Joder Gin, ¿pero qué te cuesta?

-Eh, eh, cuidado hermanito, a mí no me hables así- me espetó Ginny.

-Perdona...- contesté sinceramente.

Estábamos en mi cuarto de La Madriguera. Yo llevaba casi todo el día intentando convencer a mi hermana para que invitase a Hermione a pasar lo que quedaba del verano en nuestra casa.

-No pasa nada- sonrió-. Pero en serio, Ron, si tantas ganas tienes de verla, invitala tú...- levantó las cejas y me guiñó un ojo.

Entonces se fue dejándome con cara de bobo... ¿Acaso ella sabría algo? Yo no solía contarle ese tipo de cosas a mi hermana, pero ella tenía la habilidad de conocernos a todos más de lo que nos gustaría.

Aunque en el fondo pensaba que Ginny llevaba razón. ¿Por qué no invitarla yo? Claro que eso tal vez sería sospechoso (yo nunca había hecho eso), pero si este verano me había propuesto portarme mejor con ella, ese podría ser un buen comienzo.

Me senté en la silla frente a mi abarrotado escritorio y cogí un trozo de pergamino y una pluma. Llevaba dos meses justo sin verla y la echaba de menos, pero sólo le había escrito un par de cartas cutres en todo el verano porque siempre me quedaba en blanco cuando me ponía a escribir. Esta vez necesitaba mucha concentración, así que suspiré y me puse manos a la obra.

Hola, Hermione, escribí, y me quedé mirando el trozo de pergamino con el ceño fruncido. No, ese era un inicio para la carta muy malo, el que solía usar siempre, pero esta no era una simple carta, era LA carta. ¿Qué debería ponerle? Arrugué ese trozo y lo arrojé al suelo.

Hola, Herms.

Ese sonaba más cariñoso, pero no acababa de convencerme. Volví a hacer una bola y la tiré.

-¡Ey, Ronnie!- exclamaron dos voces al unísono, haciendo que me sobresaltara.

Los gemelos habían aprendido a desaparecerse y no paraban de hacerlo todo el día, asustandonos a todos apareciendo por sorpresa a nuestras espaldas.

-¿Qué queréis? Estoy muy ocupado...- les dije.

-No queríamos nada- contestaron entre risas, y al momento se desparecieron.

Al cabo de un par de segundos se oyó un grito en la cocina. Ya habían vuelto a asustar a mamá.

Me rasqué la cabeza y seguí pensando, pero entonces me vino la inspiración.

Querida Hermione.

¡Sí! Eso sí que quedaba bien. Me volví a rascar la cabeza y seguí pensando. Pasó casi una hora cuando por fin acabé la carta.

Querida Hermione,

Te echo un poco de menos. ¿Te quieres venir a pasar lo que queda de vacaciones de verano a mi casa? A Ginny la harías muy feliz... y a mí también, la verdad.

Ron

No es que fuera gran cosa, pero era todo lo que yo sabía hacer. Me levanté y me dirigí a la jaula de Pig, pero entonces alguien pegó a la puerta.

-Ron, mamá nos espera en la cocina- dijo Ginny-. Tiene algo que decirnos.

Asentí y solté la carta junto a la jaula. Bajé las escaleras tras mi hermana y llegamos a la cocina, donde se encontraban mis padres y los gemelos.

-Bueno...- comenzó mamá-. Ya os hemos hablado de la Orden del Fénix, hijos, y dado que... bueno... Dado que Harry afirma que quien-vosotros-sabéis ha regresado, la Orden está recaudando gente de nuevo...

-¡Nosotros queremos entrar!- exclamaron los gemelos a la vez.

-¡De eso nada, jovencitos!- les regañó mi madre señalándolos con un dedo acusador-¡Aún sois menores de edad!

-Sólo nos quedan unos meses...- reprochó Fred.

-¡No hemos venido a discutir eso!- gritó mi madre-. Lo que quería deciros es que dentro de cuatro días nos mudaremos a Grimmauld Place, así que tenéis que preparar vuestras cosas y el baúl del colegio porque nos quedaremos allí el resto del verano.

Se me cayó el alma a los pies. ¿Significaba eso que no podría invitar a Hermione? Ginny subió a su cuarto, los gemelos siguieron discutiendo con mi madre (daba tanto susto enfadada que hasta mi padre se fue alejando poco a poco) y yo me acerqué a él.

-Papá...- susurré muerto de vergüenza-. Papá, yo... yo quería invitar a Hermione a que pasara con nosotros el resto de las vacaciones de verano...- noté mi cara ponerse un poco colorada y bajé la cabeza.

-Oh, hijo, no te preocupes por eso- dijo mi padre-. Se puede venir a Grimmauld Place también.

Me dio una palmada en el hombro y me sonrió.

-Gracias papá.

Subí las escaleras hasta mi cuarto, abrí la carta y escribí unas anotaciones un poco apretujadas bajo mi nombre.

Hermione, en cuatro días nos vamos a otra casa, así que si quieres venir tendrías que hacerlo antes de que nos marchemos. Ya te contaré en persona a dónde vamos.

Revisé la carta y saqué a Pig de la jaula, que se puso a revolotear felizmente alrededor de mi cabeza.

-¡Para ya, Pig!- le regañé.

La agarré y le puse la carta en el pico.

-Llévale esta carta a Hermione. Y sin tonterías, ¿entendido?

Pig tenía la mala costumbre de hacer tonterías alrededor de las chicas para que se fijasen en él, como me había demostrado el año pasado en Hogwarts.

Abrí la ventana y vi cómo mi pequeña lechuza salía volando hacia la casa de mi querida Hermione...

Ron y Hermione: Su historia desde el principioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora