12; Bruce Wayne

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Título: Amor de cocina

Autor/a original: @Lwjawwx

Advertencia: No

Edades: El 39 años y tu 36 años

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(T/n)'s POV:

—Bienvenido de nuevo, señor Wayne —sonreí desde detrás de la caja registradora.

—Buenas tardes (T/n) —me sonrió.

—Bueno, tu comida ya está lista aquí —dije mientras tomaba dos bolsas para llevar.

—Gracias.- sonrió y me entregó su tarjeta y las propinas en efectivo. Luego tomó su comida y se fue.

—Le gustas.-- Miré a mi compañero de trabajo, Luis.

—¿Qué?— le pregunté.

—El soltero número uno, Bruce Wayne, viene todas las semanas a buscarnos comida, ¿no? ¿Y eso sólo los días que trabajas?— preguntó.

—Eso no quiere decir nada. Quizá a esos niños suyos les guste la comida latina. —Deseché la idea.

—¿En serio? ¿Todas las semanas?—preguntó Luis.

—Como si no comieras fajitas todos los días — sonreí, poniendo una mano en mi cadera.

—Oye, mi madre hace fajitas bomba.— me señaló.

—Sí, sí. —Sonreí y volví a trabajar, limpiando los mostradores.

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Unos días después, estaba comprando nuevos productos para el cabello. —(¿T/n)?— Me di la vuelta para mi sorpresa y vi a Bruce Wayne, y a su lado había un niño pequeño, que supongo que es su hijo Damian. Detrás de ambos había un hombre mayor, que estaba muy bien vestido, supongo que era su mayordomo.

—Qué sorpresa, señor Wayne —sonreí.

El anciano mayordomo pareció haberlo comprendido y condujo a Damian a otro pasillo. —Entonces, ¿para qué estás aquí?— le pregunté.

—Ah, Damian trajo hace poco un perro a casa. Estábamos buscando productos para animales.—me explicó. —¿Y tú?— me preguntó. Mirándome a los ojos.

—Ah, lo de siempre. Aceites para el pelo, mascarillas, protector térmico, antiespumante, todo eso. —Me encogí de hombros.

--¿Tu cabello es...?-- me preguntó.

—Ah, me lo aliso para trabajar, así es más fácil. Pero otros días es como hoy, un nido de pájaros. —Sonreí, apartando un mechón de mi cara.

—Ya veo.—  dijo y se hizo un silencio incómodo porque no teníamos nada de qué hablar. —Bueno, entonces los dejo con eso.—  se alejó.

Lo observé mientras doblaba la esquina y sonreí levemente mientras volvía a buscar los productos que suelo comprar/usar. —Ah, un descuento.—murmuré, mirando los ingredientes del producto rebajado.

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Cuando regresé a trabajar la semana siguiente, era aproximadamente la hora en la que el Sr. Wayne solía llamar para hacer su pedido habitual de burritos variados, polenta, chilaquiles, tacos vegetarianos y múltiples acompañamientos de guacamole y chiltomate.

--¿Extrañas a tu novio?— preguntó Luis.

—Cállate — sonreí, golpeándole suavemente el hombro.

Oí el timbre de la puerta y levanté la vista, reconociendo al viejo mayordomo de la semana anterior. —Hola.— dijo y sacó la tarjeta y las propinas en efectivo habituales. —El señor Wayne es el de siempre, por favor.— dijo.

—Oh, por supuesto. ¿Está bien esperar? Normalmente llama antes para tener el pedido listo...— dije preocupada por Bruce.

—Está bien —me sonrió y me entregó el pago.

Esperó en el área de asientos mientras ayudábamos a otros clientes a completar sus pedidos, pagos, preguntas, etc.

—Aquí está la comida. —Luis me entregó las habituales bolsas para llevar.

—Gracias —sonreí y se lo llevé al anciano—. Gracias por esperar.

—No hay problema, en realidad. A los chicos les encanta la comida de aquí.— me dijo con una sonrisa.

—¿En serio? Me alegra oír eso.— le sonreí.

—Señorita, ¿puedo ser sincero?— preguntó mientras le entregaba las bolsas.

--Sí, por supuesto— le dije.

—Si no es una exageración y estás interesada, ¿podrías invitar al señor Wayne a cenar o a ver una película?—me preguntó.

—¿Yo?-- pregunté sorprendido.

—Sí, puede que no lo parezca, pero es tímido —me sonrió—. Espera con mucha ilusión sus visitas semanales. Sin embargo, hoy estaba ocupado con el trabajo y, para su consternación, no pudo venir

—Lo... lo pensaré —le dije y él sonrió antes de irse.

Volví detrás del mostrador. —Tenía razón —Luis me sonrió.

—Cállate. —Puse los ojos en blanco.

—Hm, Sofía me debe una chimichanga. —Luis sonrió y volvió a la cocina.

—... qué carajo.— Sonreí mientras caminaba de regreso a la caja registradora, esperando con ansias la próxima semana.

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