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Sion no dejaba de mirar el mensaje en su teléfono. Las palabras, "No te dije que te involucraras", lo inquietaban más de lo que quería admitir. ¿Quién estaba detrás de esto? ¿Y por qué lo vigilaban tan de cerca?

—Sion… ¿qué hacemos? —preguntó el contrario en voz baja, sin apartar los ojos de la pantalla del móvil.

Sion no respondió de inmediato. Estaba sumido en sus pensamientos, tratando de decidir el siguiente paso. Una parte de él quería ignorar la advertencia, seguir cuidando de Sakuya y Ryo sin importar el peligro. Pero la otra parte sabía que estaban en algo mucho más grande de lo que podían manejar solos.

—No lo sé —respondió finalmente, bajando el teléfono y frotándose el rostro con las manos—. Esto es más complicado de lo que pensé, Riku. No quiero ponerte en peligro a ti ni a los bebés, pero tampoco puedo ignorar lo que está pasando.

El pelinegro menor se quedó en silencio, jugando nerviosamente con el dobladillo de su camiseta. Sabía que Sion estaba preocupado, pero también sabía que, de alguna manera, ellos dos se necesitaban para enfrentar esto.

—Yo… —Riku titubeó, mirando hacia el suelo—. No tienes que hacer esto solo. Puedo quedarme contigo y averiguar juntos qué está pasando.

Sion lo miró por un momento. La seriedad en el rostro de Riku era palpable, a pesar de su timidez natural. Había algo en la determinación de ese chico que lo hizo sentir un poco más tranquilo. No estaba solo en esto.

—Gracias, Kuri —dijo finalmente Sion, sonriendo levemente—.

Riku se sonrojo ante el apodo del mayor

-Sabes, no esperaba que alguien me ayudara en algo tan loco como esto.- comento dion

Kuri sonrió tímidamente, encogiéndose de hombros.

—Bueno, tampoco pensé que mi sábado iba a consistir en cambiar pañales y resolver misterios —bromeó, con una pequeña risa nerviosa.

Sion rió también, sintiendo por primera vez en horas un poco de alivio. Era curioso cómo, en medio de toda la confusión, la presencia de Riku lo ayudaba a mantenerse con los pies en la tierra.

El momento fue interrumpido por el suave balbuceo de Ryo, quien comenzó a moverse inquieto en la cuna. Sion se levantó para ver si necesitaba algo, pero cuando lo alzó, notó algo en el cuerpo del bebé que le hizo detenerse.

—Riku, mira esto —dijo, con un tono de urgencia en la voz.

El nombrada se acercó de inmediato, y ambos vieron que en el pequeño brazo de Ryo había una especie de tatuaje, casi imperceptible, como una marca de nacimiento. Era una pequeña figura circular con símbolos que no reconocían.

—¿Qué es eso? —preguntó Riku, sorprendido.

Sion frunció el ceño, incapaz de entender qué significaba. No era algo que simplemente se le pudiera haber pasado por alto. Esa marca tenía que ser importante, aunque no sabían cómo ni por qué.

—Es como el símbolo en el colgante que encontramos —murmuró Sion, recordando el pequeño objeto que habían hallado en el bolsillo de Sakuya.

Ambos miraron a Saku, y después de una rápida inspección, encontraron la misma marca en su brazo. Era idéntica.

—Esto no puede ser una coincidencia —dijo Sion, volviendo a acostar a Ryo—. Estos bebés están conectados a algo grande, Kuri. Algo de lo que no tenemos ni idea.

Riku asintió en silencio, la preocupación creciendo en su rostro. Por un momento, ambos se quedaron inmóviles, procesando la situación.

—Deberíamos buscar más sobre ese símbolo —sugirió Riku finalmente, rompiendo el silencio—. Tal vez haya algo en línea que nos ayude.

Sion se dirigió a su computadora y comenzó a buscar frenéticamente, introduciendo descripciones del símbolo y cualquier palabra clave que se le ocurriera. Pero después de varios minutos, no encontraron nada útil. Cualquier pista que pudiera haber sobre el símbolo estaba bien escondida, o simplemente era información demasiado oscura.

El silencio incómodo volvió a instalarse en la habitación, hasta que el teléfono de Sion vibró de nuevo. Era otro mensaje del número desconocido.

"Tienes hasta la medianoche para dejarlos."

El corazón de Sion dio un vuelco. Era una amenaza clara y directa. Quien fuera que estuviera detrás de esos mensajes, no bromeaba.

Riku se acercó y leyó el mensaje por encima del hombro de Sen, su rostro palideciendo.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó, la voz temblorosa.

Sion apretó los labios, sintiendo que la presión aumentaba con cada segundo que pasaba. No podía simplemente devolver a Sakuya y Ryo, pero tampoco sabía a qué se enfrentaban si decidían quedarse con ellos.

—No los voy a dejar —dijo Sion, su voz firme. Los bebés habían estado con ellos solo un par de días, pero ya sentía una conexión. No podía abandonarlos sin saber qué pasaría con ellos.

Riku asintió lentamente, aunque su rostro reflejaba el miedo que ambos sentían.

—Si esa persona sabe que no los dejamos, podría… —Riku no terminó la frase, pero Sion entendió perfectamente lo que quería decir. Estaban arriesgándose a que la situación se volviera más peligrosa.

Sion se frotó el rostro otra vez, tratando de pensar con claridad. Sabía que lo mejor era mantener la calma, pero las opciones que tenía no eran muchas.

—Quizá debamos ir a la policía —sugirió el más moreno, aunque su tono indicaba que no estaba del todo seguro.

—No creo que sea una buena idea —respondió el contrario rápidamente—. No sabemos en qué estamos metidos. Si vamos a la policía, podrían descubrir que tenemos a los bebés, y no sabemos quién está detrás de todo esto. Podría ser peor.

Riku asintió, aunque seguía preocupado. Ambos sabían que no podían confiar en nadie en este punto.

—Entonces, ¿qué hacemos? —preguntó Riku, su voz apenas un susurro.

Sion miró a los bebés, que ahora dormían tranquilos, ajenos al caos que los rodeaba. No sabía exactamente qué hacer, pero sí sabía una cosa: no iba a rendirse sin luchar.

—Nos quedamos con ellos —dijo Sion finalmente—. Y averiguamos quién está detrás de esto antes de que llegue la medianoche.

Riku lo miró, sorprendido por la determinación en su voz. Pero algo en su expresión también reflejaba la misma decisión. Estaba asustado, sí, pero no iba a dejar a Sion solo.

—Estoy contigo —dijo Riku, con una pequeña sonrisa tímida.

Sion lo miró, sintiendo una extraña calma ante esas palabras. No sabía lo que pasaría a continuación, pero tener a Riku a su lado lo hacía sentir que, tal vez, podrían enfrentar lo que viniera.

 No sabía lo que pasaría a continuación, pero tener a Riku a su lado lo hacía sentir que, tal vez, podrían enfrentar lo que viniera

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