El cielo amenazaba una vez más con romper en cualquier momento con una fuerte tormenta; los truenos y relámpagos eran la prueba tangible de ello. Aquel chico, que había sido consumido por sus pensamientos, fue incapaz de apartar de su mente la figura de Alai, cuya irrupción en su vida había alterado por completo su mera existencia.
Dos días de escrutinio público y especulaciones constantes habían transformado su rutina, aunque todo cobraba menos importancia ante la inquietud en su pecho que sentía por el hombre que besó. Aún seguía impactado por su osadía, fue su primer beso y fue con un hombre.
Estaba muy molesto consigo mismo. Lo de afuera era lo de menos, pues aunque su atención estaba completamente absorbida por lo pasado con Alai, las cosas se habían calmado con la aclaración casi concisa que aquel hombre dio en una única entrevista ayer por la tarde. Todo parecía calmarse, los reporteros se habían marchado y todo parecía indicar que las cosas iban a mejorar con el trascurso del día, sin embargo, Aiden no lo veía de esa forma a pesar de ser un día claramente agradable.
Las clases transcurrieron en un ambiente de tranquilidad aparente, a pesar de que su mente estaba lejos de estar centrada en las lecciones que se impartían. Cada vez que la yema de sus dedos rozaba con delicadeza su labio, la memoria del beso resurgía de forma persistente, provocándole una mezcla de placer y malestar que se reflejaba en el fruncir inmediato de su ceño. Dos ideas contrapuestas chocaban en su interior, como dos fuerzas antagónicas luchando por el control de sus pensamientos.
El beso, que en el recuerdo evocaba emociones confusas, se volvía un peso en su mente, recordándole una conexión que le resultaba imposible de ignorar.
La clase y el transcurrir de la tarde parecían fundirse en un segundo plano. El movimiento involuntario de tocar su labio, buscando respuestas en un gesto que parecía revelar más de lo que él mismo estaba dispuesto a admitir, reflejaba la dualidad de sus emociones y pensamientos. Lo odiaba, el sentimiento era sofocante.
El murmullo dentro del salón se desvanecía en el fondo, fue así por un largo rato hasta que una conversación ajena despertó su curiosidad.
-Su amor estaba condenado desde un principio. Lo sabemos. Tristán e Isolda se enamoraron a primera vista. ¿Eso puede interpretarse como el lazo del hilo rojo del destino, profesora?
-Tú y tus preguntas raras, Daiana-murmuró quien seguramente debía ser su amigo.
La clase estaba en silencio, Aiden ahora estaba atento a la respuesta que le daría su profesora a la chica a su derecha, quién había hecho su pregunta con seriedad al levantar la mano, como si tal cosa fuera esencial para ella.
La mujer enfrente, se tomó un tiempo para contestar, la respuesta que daría parecía que tenía a toda la clase en completo silencio y el rubio no entendía porque esperaba también esa respuesta.
-¿Tu nombre es...?
-Daiana.
-Daiana. Bien, a ver. La interpretación de la leyenda de Tristán e Isolda depende de cada quien. Aunque la leyenda no menciona explícitamente un hilo rojo, la profunda conexión entre Tristán e Isolda, que los lleva a un amor prohibido y a una tragedia inevitable, se puede interpretar como una conexión predestinada, similar al concepto del hilo rojo.
Su respuesta fue suficiente para ella, para todos en general. Para uno en específico, el tema del hilo rojo fue algo nuevo de oír, así que se puso a leer el tema de la clase en su hoja. La leyenda de Tristán e Isolda abarcaba un romance prohibido y un destino trágico.
ESTÁS LEYENDO
Lluvia de estrellas en verano.
RomanceTras la muerte de su mejor amiga, Aiden se refugia en la soledad convirtiendo su vida en algo monótona y aburrida. Que fuese de ese modo no le importaba en absoluto, pero todo eso cambia una noche antes del comienzo de su primer año de universidad c...