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El Precio del Poder

Rosinante y Buggy avanzaron con determinación, sosteniendo el pergamino mientras las sombras de la cueva parecían moverse con vida propia. A medida que caminaban, un extraño resplandor comenzó a iluminar el camino, emanando del suelo y las paredes, guiándolos hacia lo que parecía ser el final del túnel.

El aire se volvía más pesado, cargado con una tensión que los hacía sentir como si algo los observara desde las profundidades. Buggy, incapaz de quedarse callado ante el creciente nerviosismo, soltó una risa nerviosa.

—¿Por qué siempre terminamos en lugares malditos como este? —bromeó, intentando aligerar el ambiente.

Rosinante, aunque no respondió de inmediato, no pudo evitar sonreír ante la actitud de Buggy. Su compañerismo, su humor, era algo que siempre había admirado en él. Incluso en los momentos más oscuros, Buggy nunca perdía su capacidad de hacerle reír. Pero en esta ocasión, la situación era demasiado seria como para dejarse llevar por la risa.

Finalmente, llegaron a una gran puerta de piedra, imponente y antigua, cubierta de inscripciones y símbolos que parecían pertenecer a una civilización perdida hace siglos. El resplandor que los había estado guiando emanaba ahora con más fuerza desde el centro de la puerta.

—¿Y ahora qué? —preguntó Buggy, cruzándose de brazos—. ¿Tocamos y esperamos que alguien abra?

Rosinante sacó el pergamino, desplegándolo una vez más. Las inscripciones comenzaban a brillar al unísono con la puerta. Parecía que estaban en el lugar correcto, y que el pergamino era la clave para desbloquear lo que había detrás de esa puerta.

—Este es el momento —dijo Rosinante con voz baja, casi reverente—. Lo que sea que haya aquí dentro... está a punto de revelarse.

Buggy lo miró con los ojos entrecerrados, claramente poco convencido de que fuera una buena idea seguir adelante.

—¿Estás seguro de esto, Rosi? —preguntó, su tono más serio de lo habitual—. Quiero decir, está claro que esto no es un simple tesoro. Hay algo raro detrás de todo esto.

Rosinante se tomó un momento para reflexionar. Sabía que Buggy tenía razón; la energía que emanaba de la puerta y el pergamino no era normal. Pero también sabía que, desde que comenzaron este viaje, había estado persiguiendo la verdad. Y ahora, esa verdad estaba a su alcance.

—No estoy seguro de nada —admitió Rosinante—, pero no podemos detenernos ahora. Si lo que está detrás de esta puerta es tan importante como parece, podría cambiar todo.

Buggy suspiró profundamente, pero asintió. Aunque siempre había sido más pragmático y a menudo evitaba los riesgos innecesarios, sabía que Rosinante estaba decidido. Y aunque no lo diría en voz alta, confiaba en él.

—Bien —dijo Buggy, sonriendo ligeramente—. Si nos vamos a meter en otro lío, más vale que sea algo espectacular.

Con esas palabras, Rosinante tocó la puerta con el pergamino, y al instante, las inscripciones brillaron con intensidad cegadora. Un temblor sacudió el suelo bajo sus pies, y la puerta se abrió lentamente con un crujido que resonó en toda la cueva.

Del otro lado, no encontraron oro ni riquezas, sino una sala oscura y silenciosa. En el centro, un pedestal similar al que habían encontrado antes, pero este no contenía un cofre. En su lugar, una esfera negra flotaba en el aire, emitiendo un aura inquietante que parecía absorber toda la luz a su alrededor.

Rosinante se acercó con cautela, sintiendo una atracción extraña hacia la esfera.

—¿Qué crees que es eso? —preguntó Buggy, dando un paso atrás, claramente incómodo con la presencia del objeto.

—No lo sé —respondió Rosinante—, pero… siento que está conectado con todo lo que hemos estado buscando.

Cuando Rosinante extendió la mano hacia la esfera, una voz profunda resonó en la sala, la misma voz que habían escuchado antes, pero ahora más cercana y amenazante.

—Aquellos que deseen obtener este poder deben estar dispuestos a sacrificar lo que más valoran.

Buggy dio un salto, mirando a su alrededor.

—¿Otra vez esa voz? ¿Quién eres? ¡Muéstrate!

La voz ignoró la demanda de Buggy y continuó.

—El poder que yace aquí ha sido sellado por generaciones. Solo aquellos con corazones verdaderamente decididos pueden manejarlo, pero a cambio, deben pagar el precio más alto.

Rosinante se detuvo. La advertencia resonaba en su mente. "El precio más alto". Sabía que significaba sacrificio, pero ¿qué estarían dispuestos a sacrificar por el poder que buscaban?

—¿Qué quiere decir con “lo que más valoramos”? —preguntó Rosinante, mirando la esfera con cautela.

La voz respondió, ahora más suave, como si se dirigiera directamente a él.

—Cada uno de ustedes tiene algo que guarda profundamente en su corazón. Si desean el poder de las sombras, deberán entregarlo sin vacilación.

Rosinante miró a Buggy, quien lo observaba con el ceño fruncido.

—Rosi... esto no me gusta nada. No vale la pena. No necesitamos este poder, podemos salir de aquí y seguir con nuestras vidas.

Rosinante apretó los puños. Buggy tenía razón, no necesitaban ese poder. Pero algo dentro de él le decía que esto era más grande que ellos, más grande que cualquier cosa que pudieran imaginar. Si no lo tomaban ellos, alguien más lo haría, alguien que podría usarlo para destruir todo lo que les importaba.

Finalmente, Rosinante tomó una decisión. Miró a Buggy con una expresión grave.

—No voy a obligarte a seguirme en esto. Si no quieres, puedes irte. Pero yo… necesito saber qué significa todo esto. Necesito entenderlo.

Buggy lo observó por un largo momento, claramente debatiéndose entre su deseo de salir corriendo y su lealtad hacia Rosinante.

—Tienes una maldita tendencia a meterte en problemas, ¿lo sabías? —dijo Buggy finalmente, suspirando—. Vamos, Rosi. No te dejaré solo en esto.

Con esas palabras, Rosinante extendió su mano hacia la esfera.

Más allá de las risas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora