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Un Nuevo Amanecer

El amanecer despuntaba sobre el horizonte, tiñendo el cielo de suaves tonos anaranjados y rosados. La tormenta de la noche anterior había dejado una calma inusitada, casi como si el mar quisiera ofrecerles un momento de paz tras la tempestad que habían vivido. El barco, aunque sacudido y maltrecho, seguía a flote, navegando hacia aguas más tranquilas.

La tripulación, exhausta pero de buen humor, comenzó a retomar sus tareas cotidianas. Las bromas de Buggy ya estaban en marcha nuevamente, pero había algo distinto en el aire. Algunos de los tripulantes notaron que Buggy estaba inusualmente sereno, con una expresión que no habían visto antes. Parecía estar perdido en sus pensamientos, aunque no dejaba de sonreír.

Rosinante, por su parte, estaba en la cubierta, observando el horizonte con la misma serenidad. La noche anterior había sido un punto de inflexión en su vida, y aunque todavía estaba asimilando lo que había pasado, había una paz en su corazón que no había sentido en años. La confesión que había hecho a Buggy y la respuesta que había recibido en su lugar, habían encendido una nueva chispa en su interior.

Cuando Buggy salió de su camarote, sus ojos se encontraron de inmediato con los de Rosinante. Sin necesidad de palabras, ambos sabían que algo había cambiado entre ellos. Buggy, con su característico estilo, no perdió la oportunidad de romper el hielo.

—¡Buenos días, Rosi! —exclamó, caminando hacia él con una sonrisa traviesa—. Espero que estés listo para un día lleno de diversión, porque tengo un par de ideas que van a hacer historia.

Rosinante sonrió, dejando escapar una risa suave.

—Claro, Buggy. Estoy listo para lo que sea.

Pero antes de que pudieran continuar con su conversación, la tripulación comenzó a reunirse alrededor de ellos. Los hombres parecían curiosos, y algunos no ocultaban sus miradas de complicidad. Habían oído rumores de la noche anterior, pero nadie se atrevía a preguntar directamente.

Uno de los tripulantes, un tipo robusto con una sonrisa socarrona, fue el primero en hablar.

—Capitán, ¿es cierto que la tormenta de anoche sacó más que agua de este barco? —preguntó, guiñándole un ojo a Buggy.

Buggy, nunca uno en perder una oportunidad, se echó a reír, pasando un brazo por encima de los hombros de Rosinante.

—¡Oh, claro que sí! —respondió con su tono grandilocuente—. Resulta que esta tormenta trajo un tesoro inesperado, uno que no cambiaría por nada en este mundo.

La tripulación estalló en risas y vítores, pero Rosinante se sonrojó ligeramente, aunque sin apartarse de Buggy. Había algo cálido y reconfortante en cómo Buggy se manejaba con la situación, haciéndola ligera, como solo él sabía hacerlo.

—Así que, ¿ahora somos una pareja oficial? —murmuró Rosinante, inclinado hacia Buggy para que solo él lo escuchara.

Buggy le guiñó un ojo, con una sonrisa que irradiaba confianza.

—Pareja, socios en el crimen, compañeros de travesuras... llámalo como quieras, pero lo que es seguro es que esto es solo el comienzo.

Con esas palabras, Buggy se apartó ligeramente, dejando que su brazo cayera con naturalidad. No necesitaban más declaraciones en público; entre ellos, el entendimiento ya estaba claro. Mientras la tripulación volvía a sus tareas, Buggy y Rosinante caminaron juntos hacia la proa, disfrutando del silencio compartido, uno que hablaba más que cualquier palabra.

Durante el resto del día, la rutina en el barco continuó como de costumbre. Sin embargo, la presencia de Buggy y Rosinante juntos, compartiendo miradas cómplices y pequeños gestos de afecto, no pasó desapercibida para nadie. Aunque las bromas de Buggy seguían siendo las mismas, había una nueva energía en el ambiente, una que incluso los tripulantes más duros empezaban a apreciar.

Por la noche, cuando las estrellas comenzaron a aparecer en el cielo despejado, Buggy y Rosinante se encontraron nuevamente en la proa, como si ese lugar se hubiera convertido en su refugio compartido. La brisa marina era suave, y el sonido de las olas era un recordatorio constante de la vastedad del mundo que los rodeaba.

—¿Sabes? —comenzó Rosinante, rompiendo el silencio—. Nunca imaginé que encontraría un lugar donde realmente encajaría, y mucho menos en un barco lleno de piratas.

Buggy se rió, dándole un ligero empujón con el hombro.

—¡Hey! No somos cualquier barco de piratas, Rosi. Este es el mejor lugar del mundo, y lo sabes.

Rosinante asintió, dejando que su sonrisa se ensanchara.

—Sí, lo sé. Y creo que por primera vez en mucho tiempo, me siento... feliz. De verdad feliz.

Buggy lo miró, sintiendo que algo en su interior se ablandaba. Había algo en la sinceridad de Rosinante que le llegaba al corazón, más allá de las bromas y las risas. Era un sentimiento que no podía ignorar, y que, aunque no estaba acostumbrado a lidiar con él, no le desagradaba en absoluto.

—Entonces, supongo que es mi trabajo asegurarme de que esa felicidad siga creciendo —dijo Buggy, con una sonrisa que reflejaba algo más que simple diversión.

Rosinante lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de emociones. Había mucho que no sabían sobre el futuro, pero en ese momento, no importaba. Lo único que importaba era que se tenían el uno al otro, y que estaban dispuestos a enfrentar lo que viniera juntos.

—Gracias, Buggy —dijo Rosinante, su voz suave pero llena de significado—. Por todo.

—No me agradezcas —respondió Buggy, moviendo la cabeza con una sonrisa—. Solo asegúrate de mantenerte a mi lado, ¿de acuerdo?

—Siempre —contestó Rosinante sin dudar.

Y así, bajo el cielo estrellado, Buggy y Rosinante compartieron una última sonrisa antes de que la noche los envolviera por completo. Mientras las luces del barco se apagaban y la tripulación se retiraba a descansar, los dos permanecieron allí, en silencio, disfrutando de la compañía del otro.

Porque aunque el camino por delante estaba lleno de incertidumbres, ambos sabían que, mientras estuvieran juntos, podrían enfrentarlo todo.

Más allá de las risas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora