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Una vez que Orión recordó correctamente la forma de abrir la puerta; entró a su residencia y lo único que hizo fue irse de inmediato a su habitación. Lo hizo porque su cuerpo lo estaba reclamando a muerte como un premio por el día de hoy. Al llegar a ella, se acostó en su cama y procedió a realizar su mejor, grande y contagioso bostezo que juró escuchar al vecino de su residencia repetir el mismo gesto.
Comenzó a reflexionar en la cama. Había pasado un poco más de una semana desde que Billy lo había encontrado en el bosque. Los últimos días en esta escuela para gemas eran un poco... curiosas. Orión no estaba completamente seguro si estaba contento o satisfecho con su nueva vida llena de responsabilidades, quehaceres y mucho más. Desde que iniciaron las clases, él ha estado de aquí a allá, teniendo que asistir a lugares por unas simples charlas, aprendiendo a conocer su propio cuerpo y la historia de lo que alguna vez sucedió en este lugar. Todo este trabajo siempre lo deja exhausto, solo para llegar a su hogar, reponer la energía y volverla a gastarla al día siguiente, formando un círculo vicioso. Tal vez por eso veía a muchas gemas agotadas o cansadas. Tal vez eso implicaba ser un estudiante.
Pero, a pesar de todo, él estaba feliz de hacer algo productivo con su vida. No podía hacer comparaciones igualmente, ya que antes de que fuera rescatado por Bill solo conocía a las ramas y al césped. Y cuando en el futuro vaya a recuperar sus memorias, seguro encontrará algo de qué quejarse. Pero se encontraba bien, en las primeras semanas en la tierra. No había problemas, nada de porqué quejarse realmente ni nada de eso. Le faltaba conocer a nuevas personas, pero de eso se encargaría después, una vez que termine sus estudios. Y se había reencontrado varias veces con Bill en el Pequeño Planeta Madre, haciendo encargos yendo de aquí hacia allá. Él afirmaba que estaba muy ocupado con la comisión, de lo contrario, lo hubiera invitado a una cafetería en algún lugar, como vio a otras personas hacerlo...
Además, había aprendido a usar su teléfono y el internet, aunque no lo usaba demasiado en un mismo día. Cuando estaba aburrido, comenzaba a ver videos divertidos en él. O cuando no tenía respuestas o no las encontraba para una tarea en concreto, también las buscaba en él. Y si tenía una duda sobre qué pasaba en su cuerpo, de inmediato lo buscaría en internet. De una forma camuflada y segura, claro. Pase lo que pase, con sus antiguos recuerdos o no, nunca olvidaría la primera vez que fue al baño o comenzó a sentir hambre. Fue una experiencia un tanto... Inolvidable. Y extraña, también.
Y sus memorias... Orión había llegado a esa conclusión hace algunos días, cuando inconscientemente estaba pensando en una clase, dejando de prestarle atención. A día de hoy, era casi imposible encontrar una respuesta a lo que le había pasado. Él llegó a este mundo, estando en una cueva y con un traje un tanto extraño... Por lo que sabía desde las clases, las gemas emergían usualmente en las guarderías asignadas en un planeta, unos cuántos días después. Orión pudo haber emergido en esa cueva, sin embargo, la única evidencia de que no lo había hecho fue que traía ese traje. Sabía que era uno porque podía quitárselo o ponérselo en cualquier lugar. Las gemas no podían, al menos hasta ser poofeadas. La única explicación que le podía dar a lo que le había pasado es que llegó a este lugar con memorias, luego algo o alguien se las quitó.
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FRAGMENTOS ESTELARES
Fiksi PenggemarPrimera parte de la saga de Fragmentos Estelares. ¿Qué harías si despiertas en el suelo frío de una cueva, sin recuerdos de quién eres, con un uniforme blanco muy extraño y en un mundo completamente nuevo ante ti? Así comienza la historia de Orión...