15. Calidez en el frío

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Me quedé.

Estuve toda la noche sentada sobre el espacio acolchado en su ventana, con una excelente vista del exterior y una celestial vista de Ciize durmiendo, tan plácida, relajada bajo aquella manta gris. En cada respirar, cada subida y bajada de su caja torácica, lo percibía como un regalo, podía escuchar con total claridad el controlado y rítmico latir de su corazón, tal como una hermosa y armónica sinfonía.

Si, estaba en la misma habitación que ella, no era la primera vez, pero esta vez era diferente, sólo estábamos ella y yo, sin ningún ser humano más que sólo Ciize a nuestro alrededor.

Me cansé de mantenerme al margen de todo lo que tiene que ver con ella y no es que no supiera acerca de las consecuencias que provocaría al relacionarme con una humana, pero por Ciize sería capaz de enfrentarme a todos por estar a su lado, por protegerla, por tenerla conmigo. Ella se había convertido en mí prioridad.

Al removerse en su cama, emitió sonidos muy bajos, eran tan bajos que en el silencio se escucharon muy fuerte. Sonreí ampliamente al verla sonreí a la vez que me preguntaba la razón de aquello.

Estaba amando estar de esta manera con ella, agradecía el don de la inmortalidad y todas aquellas veces que no me sentí fluir con otros vampiros o humanos, cada una de las experiencias en mis largo años de vida, incluyendo el hecho de aprender a controlar mi sed, me habían preparado para el día en el que Ciize llegara a mi vida.

Escuché pasos del exterior acercarse. No fue difícil ir hasta su armario, abrir la puerta con cuidado y meterme ahí. En cuclillas y con un poco de vista hacia el exterior logré divisar a sus dos padres ingresando y dirigirse hacia su cama.

— Aún está durmiendo — Su madre habló en voz baja a la misma vez que se acercaba con cuidado hasta donde estaba Ciize.

— Pero esto es lo que hacemos todas las mañanas antes de ir a trabajar.

El señor Phapakithi se acercó a su hija y dejó un beso a la altura de su cien, acarició con una de sus manos el negro y suave cabello de Ciize. Me quedé viendo muy atenta cada una de las pequeñas grandes acciones de ambos padres. De eso se trataba el verdadero amor entre padres e hijos. Era calidez, aquello que un día yo también tuve por parte de mamá, debido a los años los recuerdos que tenía ella parecían ser algo no propio, algo que vi en alguna película o leí en algún libro.
El leve contacto pareció ser identificado por Ciize ya que se removió un poco para girar su cabeza con dirección de la ventana y continuó durmiendo. Esta chica sí que tenía el sueño profundo. De

Ambos se retiraron de forma lenta y en silencio.

Miré la hora, el reloj digital en su mesa de noche marcaba las 4am. Me suponía que se despedían para ir a trabajar al restaurante de comida típica Tailandesa cerca de la playa. Tal como la mayoría de humanos en el mundo moderno, ellos necesitaban un trabajo del cual generar ingresos para sobrevivir, incluso los vampiros trabajamos para tener dinero, pero nosotros no lo utilizamos en alimentos, esos ingresos estaban muy bien guardados en cuentas bancarias y destinados a otro tipo de utilidad. Teníamos vidas de lujo.

Estuve unos minutos más dentro de su armario, el aroma de Ciize estaba impregnado en cada una de las piezas perfectamente ordenadas por ganchos y muy bien ubicados cajones. Me detuve a ver con detenimiento cada una de las cosas en el interior. Para un humano seguramente sería una total y completa oscuridad, muy difícil de identificar cada objeto de no ser por el tacto, pero para un vampiro como yo, era fácil poder ver cada una de las cosas, tan fácil como tener visores nocturnos. No fui más lejos que sólo ver lo que estaba por fuera, no era invasiva, así que no abrí sus cajones, pero, algo estaba llamando mí atención ¿Cómo era posible que hubieran dos de mí en este espacio?. Mi aroma estaba multiplicado por dos.
Busqué detenidamente la fuente de la cuál provenía mi aroma y justo al frente, bajo un par de sus hoddies, estaba la bolsa que ya conocía. Fueron varias semanas las que transcurrieron desde que se la había entregado, me incliné un poco y extendí mi mano para poder alcanzarla, al instante mi olfato detectó mi olor, esta era la fuente. Me dispuse a dar un vistazo. Ahí estaban, aún dobladas perfectamente por mis manos y mi aroma intacto en cada una de las prendas.

VÍNCULO [MilkCiize]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora