LA IRA DE UNA BRUJA DE CAOS

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La tormenta se desataba en el cielo, pero en el corazón de Nymeria, la bruja del caos, la verdadera tormenta era la que rugía en su interior. Había estado observando en secreto al príncipe Perseo, hijo de la reina Rhaenyra, desde la distancia. El niño, con su cabello dorado y su risa contagiosa, le recordaba tanto al hijo que nunca pudo tener. Cada vez que lo veía jugar, una mezcla de amor y dolor la invadía, y había jurado protegerlo, aunque solo fuera desde las sombras.

Pero ahora, al enterarse de su envenenamiento, la furia se apoderó de ella. 

-¿Cómo se atreven a hacerle esto?- murmuró, sus ojos centelleando con un brillo oscuro. La noticia había llegado a sus oídos como un susurro en la noche: el príncipe había sido envenenado por una curandera, bajo las órdenes de Atenea, la diosa que había sembrado el caos en su vida y en la de tantos otros.

Nymeria se levantó de su asiento, su túnica oscura ondeando a su alrededor como sombras danzantes. 

-No puedo quedarme de brazos cruzados-, pensó, su mente girando con planes de venganza. -No permitiré que el dolor de la pérdida me consuma nuevamente. Esta vez, lucharé.

Con un movimiento de su mano, convocó a las fuerzas del caos que siempre habían estado a su disposición. Las sombras se arremolinaron a su alrededor, y un portal se abrió ante ella, un vórtice de energía oscura que la llevaría al lugar donde se encontraba la curandera. Nymeria sabía que debía actuar rápido; el tiempo era esencial si quería salvar al príncipe.

Al atravesar el portal, se encontró en una habitación oscura y polvorienta, llena de frascos y hierbas. La curandera, una mujer de aspecto anciano con ojos astutos, estaba de pie frente a una mesa, preparando un brebaje. Nymeria sintió que la rabia burbujeaba en su interior. 

-¡Tú! - gritó, su voz resonando como un trueno. -Eres tú quien ha traído este sufrimiento al príncipe. -

-Quien eres tu? .

-Soy Nymeria, la bruja del caos, y he venido a poner fin a tu maldad, - respondió, su voz firme y decidida. -He visto el dolor que has causado al príncipe Perseo, y no permitiré que continúes con tus fechorías.

La anciana soltó una risa burlona, que resonó en la habitación como un eco siniestro.  -¿Y qué piensas hacer, bruja? ¿Acaso crees que puedes detenerme? Atenea me ha otorgado poder, y tú no eres más que un susurro en la tormenta.

Nymeria sintió cómo la ira se intensificaba en su interior, pero también una calma profunda. Sabía que el caos era su aliado, y con un movimiento de su mano, las sombras comenzaron a danzar a su alrededor, tomando formas inquietantes. 

-No subestimes el poder del caos. He estado observando, y he aprendido de tus trucos. No solo puedo deshacer lo que has hecho, sino que también puedo hacer que pagues por tus crímenes.

La curandera frunció el ceño, su expresión cambiando de burla a preocupación. 

-¿Qué has hecho? ¡No puedes interferir con lo que no comprendes!

My Sweet Sea Boy - percy jackson y los dioses del olimpo y la casa del dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora