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Chloe estaba sumergida en la profundidad del sueño, un sueño en el que por momentos se sentía segura, reconfortada por la tibieza del aire y el suave crujido de la madera a su alrededor. No sabía si llevaba minutos u horas dormida, pero de repente, esa sensación de serenidad fue abruptamente interrumpida. Al principio, solo sintió un ligero movimiento en su cuerpo, como si alguien la zarandeara suavemente, llamándola desde el borde de la consciencia. Luego, el movimiento se intensificó.

—¡Chloe! ¡Despierta! —la voz, que no reconoció de inmediato, era aguda, nerviosa, casi histérica.

Abrió los ojos bruscamente, con el corazón acelerado. La habitación estaba medio oscura, solo iluminada por la débil luz de una lámpara de pie en la esquina. Al principio, no pudo distinguir bien las formas que la rodeaban. Sus ojos tardaron en adaptarse a la penumbra, pero cuando finalmente lo hicieron, vio las caras preocupadas de Ashley y Chris mirándola con urgencia. Chloe frunció el ceño, confusa, y aún aturdida por el despertar repentino.

—¿Qué...? ¿Qué pasa? —murmuró, su voz ronca por el sueño.

Ashley la sacudió de nuevo, su expresión era un reflejo del miedo.

—¡Chloe! ¡Hay un psicópata en la casa! —dijo Ashley, su tono entrecortado por el pánico—. Tenemos que irnos, ¡ahora mismo!

Esas palabras fueron como un balde de agua fría. El corazón de Chloe empezó a latir desbocado, y su cerebro, aún embotado, tardó unos segundos en procesar la gravedad de la situación. Había un psicópata en la casa. Las palabras resonaban en su mente, haciendo que sus manos comenzaran a temblar mientras apartaba las sábanas de su cuerpo.

—¿Un... psicópata? —preguntó débilmente, todavía sin poder asimilar la información del todo—. ¿Cómo lo saben? ¿Dónde están los demás?

—No hay tiempo para explicaciones. ¡Tienes que vestirte! —exclamó Chris, mirando nervioso hacia la puerta cerrada de la habitación—. Tenemos que salir de aquí antes de que nos encuentre.

El tono de Chris era urgente, desesperado. Chloe asintió, aún aturdida por la situación, y se levantó rápidamente de la cama. Su mente estaba nublada por la confusión y el miedo. Mientras buscaba ropa con manos torpes, su cerebro seguía procesando la revelación. Un psicópata. Un peligro real. Estaba en la casa. Todo parecía irreal, como si de repente estuviera atrapada en una película de terror.

Con las manos temblorosas, Chloe abrió el pequeño armario que había en la habitación y sacó lo primero que vio. Ni siquiera tuvo tiempo de pensar en lo que estaba eligiendo. Rápidamente, se puso una polera naranja de cuello de tortuga, una falda verde oscura y unas pantis negras. Sus movimientos eran apresurados, cada segundo que pasaba parecía aumentar la presión en su pecho. Se deslizó unas botas largas sin tacón y, para protegerse del frío, tomó una chaqueta de jean color azul oscuro.

Mientras se abrochaba las botas, notó que Ashley la miraba con una ceja levantada, casi con incredulidad, a pesar de la gravedad de la situación. De repente, Ashley soltó una risa nerviosa, claramente un intento de liberar tensión.

—Esto no es una pasarela de moda, Chloe —dijo Ashley en un tono irónico, aunque había algo de temor en su voz.

Chloe se detuvo por un segundo, mirándola con una expresión cansada.

—Esto fue lo primero que vi —respondió rápidamente, mientras se levantaba y terminaba de ponerse la chaqueta. Su tono no era de defensa, sino de pura y sencilla desesperación.

Ya vestida, Chloe miró a su alrededor, intentando pensar con claridad. A pesar del miedo que sentía creciendo en su pecho, su mente se aferraba a pequeños detalles. Algo práctico. Algo que pudiera ayudarles en esa situación. Mientras su mirada recorría la habitación, recordó que siempre llevaba consigo un pequeño bolso con un kit de primeros auxilios. Sabía que, en una situación de emergencia, eso podría ser útil. Rápidamente, se dirigió hacia la esquina donde lo había dejado.

Diet Mountain Dew | Until Dawn |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora