(T1)Capítulo 14 - El mundo y la mierda...

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La ciudad, que alguna vez fue un bullicioso centro lleno de vida, ahora yacía en completa ruina, reducida a un páramo desolado. Edificios destrozados, torcidos como si gigantes los hubieran aplastado con furia... cubrían las calles en escombros y polvo...

El horizonte se encontraba teñido de gris y negro, marcado por las siluetas esqueléticas de lo que alguna vez fueron altos rascacielos... ahora derrumbados... carbonizados y rotos

La oscuridad se propagaba en el cielo, no faltaría mucho para que el sol se ocultara y la noche llegará

El aire estaba impregnado de cenizas y un denso olor a metal quemado. El silencio, solo roto por los crujidos de estructuras inestables y el ocasional eco de escombros cayendo, se sentía como la calma después de una tormenta apocalíptica

Era una ciudad fantasma, devastada por los bombardeos y la explosión de aquella bomba...

En los escombros del hospital, donde Bill había buscado desesperadamente a su abuelita, todo había colapsado. Pedazos de concreto y vigas de acero formaban una montaña de destrucción, una tumba abierta para los que no lograron escapar

Entre los restos caídos, oculto bajo toneladas de escombros, yacía el cuerpo de Bill, inmóvil...

Su enorme figura de 1.80 metros, musculosa y robusta, estaba irreconocible. La camisa roja que solía arremangarse con orgullo ahora estaba hecha jirones, quemada en varios puntos y fusionada con su piel

El color vibrante se había vuelto un manchado marrón oscuro, empapado en sangre y restos de ceniza. Su pecho, antes imponente y fuerte, mostraba quemaduras profundas, con carne expuesta y retorcida, como si hubiera sido cocida desde adentro

Los músculos que una vez destacaban por su fuerza ahora estaban desgarrados y deformados por la explosión y el poder descontrolado del reloj...

Su rostro, aquel rostro maduro de 48 años que alguna vez había sido fuerte y cálido, ahora era una visión grotesca. La piel estaba completamente quemada en varios lugares, colgando en pedazos, con zonas negras carbonizadas

Uno de sus ojos estaba cerrado, cubierto por la hinchazón y la sangre seca, mientras que el otro, apenas abierto, revelaba una pupila dilatada y vidriosa, incapaz de ver más allá de la sombra de la muerte que lo envolvía...

Su brazo derecho, el que sostenía el reloj, estaba en peor estado. Las llamas del reloj habían devorado gran parte de la piel y los músculos, dejando el hueso parcialmente expuesto en algunas áreas. Las venas, que antes bombeaban vida, ahora parecían negruzcas y retorcidas, como si el poder del reloj y sus brutales emociones hubiera quemado su sangre desde dentro

La mano que alguna vez blandió un hacha con tanta destreza ahora apenas podía cerrarse, con los dedos rígidos y quebrados por la fuerza de la explosión...

Sus pantalones negros estaban desgarrados y manchados con sangre, ceniza y tierra, y sus botas, que habían sido resistentes, ahora se veían destrozadas y quemadas, como si hubieran sido aplastadas por la presión del infierno que cayó sobre la ciudad. Las suelas estaban casi fundidas con el pavimento...

Bill, aquel leñador de noble corazón, ahora parecía un cadáver olvidado entre las ruinas. El reloj, que seguía apretado en su mano destrozada, brillaba con un tenue resplandor rojo, ardiendo en un pulso bajo, aún conectado a la furia y el dolor de su portador...

...Oh, muchacho...
...mira cómo quedaste...

Una voz profunda, grave y ardiente resonó en el aire, envolviendo el paisaje desolado como una bruma oscura

Hora de aventura; "En busca de un corazon"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora