(T1)Capítulo 16 - Apocalipsis

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La noche había caído sobre la ciudad como un manto oscuro y silencioso. Las sombras envolvían los restos de lo que alguna vez había sido una metrópolis vibrante, ahora transformada en un paisaje apocalíptico de destrucción y abandono

Los rascacielos, antaño imponentes y majestuosos, se erguían ahora como esqueletos vacíos, con ventanas rotas que goteaban los últimos rastros de una civilización extinguida. Los escombros y vehículos destrozados decoraban las calles como testigos mudos de la tragedia que había consumido al mundo

Pero... a pesar de la devastación... había una extraña calma en el aire. El caos parecía haber dado paso a una paz inquietante, una quietud que solo podía nacer después del fin

En medio de todo ese desorden, el centro comercial en ruinas ofrecía refugio temporal a Bill, Simon y la pequeña Marceline

El lugar, aunque desolado, era lo suficientemente seguro como para permitirles bajar la guardia, al menos por unas horas. Los estantes vacíos y las tiendas saqueadas ya no tenían valor, pero proporcionaban una sensación de resguardo, como si las paredes derruidas aún pudieran protegerlos del exterior...

Bill había llevado los cadáveres de los perros mutados afuera... no podrían soportar más el olor que desprendían los cuerpos, además, talvez ese mismo olor podría atraer a otra criaturas como esas...

Estaban sentados en el suelo, alrededor de un pequeño fuego que Simon había logrado encender con los utensilios de su mochila. El crepitar de las llamas rompía el silencio, y el calor del fuego ofrecía un alivio fugaz al frío nocturno que se filtraba por los huecos de las ventanas destruidas

Simon se recostaba contra su gran mochila, con Marceline dormida en sus brazos, su pequeño cuerpo aferrado a él como si fuera su única ancla en un mundo que ya no entendía...

La respiración tranquila y acompasada de la niña era el único sonido constante, un recordatorio de que aún quedaba vida en medio de tanta muerte

Bill, por su parte, estaba apoyado contra uno de los estantes vacíos, con los ojos perdidos en el baile de las llamas. Había algo reconfortante en ese momento, algo que lo hacía sentir un poco más humano...

Tener a su amigo vivo, y saber que no estaba solo en ese mundo roto, le traía una paz que hacía mucho no experimentaba. Con un suspiro, se llevó una mano al bolsillo y sacó la cajetilla de cigarrillos que había encontrado horas antes. El cartón estaba algo aplastado y sucio, pero el contenido seguía intacto

Con movimientos lentos, casi ceremoniosos, sacó uno de los cigarrillos y se inclinó hacia el fuego, buscando encenderlo con las llamas

Mientras lo hacía, levantó la vista hacia Simon- ¿Quieres uno?-preguntó, con el cigarrillo aún entre los labios, sus ojos brillando débilmente a la luz del fuego

Simon lo miró de reojo, su expresión mezcla de cansancio y reproche-Sabes que no fumo... y tú tampoco deberías...- respondió en un susurro, con una leve sacudida de cabeza mientras ajustaba a Marceline en sus brazos, arrullándola con una suavidad paternal

La niña se acurrucó más contra él, sin despertarse, su pequeña figura pareciendo aún más frágil en comparación con los brazos protectores de Simon

Bill soltó una pequeña risa, un sonido seco y áspero que contrastaba con el ambiente tranquilo. Finalmente, logró encender el cigarrillo y le dio una larga calada, disfrutando del humo que llenaba sus pulmones- Je... Tal vez tengas razón... -murmuró, con la mirada perdida en el fuego- Pero me ayuda a relajarme... y con el dolor...- agregó, exhalando el humo lentamente, mientras levantaba su brazo derecho para examinarlo

El brazo de Bill era una masa de cicatrices, quemaduras y tejido endurecido. La piel estaba carbonizada en varias partes, tan dura como la piedra, y cada movimiento que hacía con él parecía estar acompañado de un dolor sordo que nunca desaparecía del todo

Hora de aventura; "En busca de un corazon"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora