10. ¿Ratas en el apartamento?

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El sol apenas se asomaba por las ventanas cuando Stella se revolvió en su cama, escuchando unos ruidos extraños que venían del otro lado del pasillo. Al principio, pensó que era su imaginación, tal vez un mal sueño después de la resaca emocional de la fiesta de Halloween. Pero los ruidos persistieron, ahora acompañados por un sonido mucho más perturbador: gritos.

- ¡¡¡AAAAHHHHHHHH!!! - se escuchó desde la habitación de Kai.

Stella se levantó de un salto, el corazón palpitando como si acabara de correr un maratón. ¿Qué demonios estaba ocurriendo? No había tiempo para pensar, solo para actuar. Abrió la puerta de su cuarto de golpe, encontrándose con un Kai que saltaba de un lado a otro en su habitación, agitando los brazos como si estuviera peleando con el aire.

- ¡Kai, ¿qué pasa?! - gritó ella, todavía medio dormida y tratando de averiguar por qué su hermano estaba comportándose como un loco.

- ¡Ratas! - gritó Kai, señalando el suelo como si estuviera en medio de una batalla épica. - ¡Hay ratas! ¡Gigantes! ¡Monstruosas!

Stella parpadeó, intentando despertar del todo y procesar lo que acababa de escuchar.

- ¿Ratas? ¿En serio? - preguntó, mientras se rascaba la cabeza y miraba a su alrededor, sin ver nada más que ropa sucia y una pila de platos que Kai obviamente no había lavado desde la semana pasada.

- ¡Sí! ¡Ahí! - Kai señaló un rincón oscuro detrás de la cómoda, haciendo que Stella frunciera el ceño. No era la primera vez que su hermano exageraba, pero esto ya parecía un poco excesivo.

- Kai, no veo ninguna rat... - Comenzó a decir, cuando de repente algo pequeño y peludo salió disparado por el pasillo. Stella soltó un chillido y saltó hacia atrás, casi tropezando con la puerta.

- ¡Te lo dije! ¡Son gigantes! - exclamó Kai, todavía en posición de combate.

Stella se quedó quieta por un momento, mirando a la pequeña criatura que corría frenéticamente por la sala de estar. Resulta que la "gigante" rata de Kai no era más que un pequeño ratoncito que probablemente estaba más asustado que ellos.

- ¿Eso es lo que te tiene gritando como si estuvieras en una película de terror? - preguntó Stella, recuperando el aliento.

- ¡Es más grande de lo que parece! ¡Y se mueve rápido! - Kai trató de defender su reacción, pero no podía ocultar que su pánico había sido un poco desmedido.

- Claro, claro, es un ratón ninja - respondió Stella, con sarcasmo, mientras cruzaba los brazos y miraba a su hermano con una sonrisa burlona. - Vamos, ayúdame a sacarlo antes de que decida mudarse con nosotros.

Kai, aunque aún ligeramente tembloroso, asintió. Con una mezcla de valentía forzada y pánico, se armó con una escoba y siguió a Stella hacia la sala. El ratón, aparentemente ajeno al caos que había provocado, corría de un lado a otro, buscando una salida.

- Bien, lo atrapamos en una esquina - dijo Stella, mientras ella y Kai acorralaban al intruso en la cocina.

- ¡Listo! - gritó Kai, con la escoba en alto como si fuera una espada mágica. - Ahora solo tenemos que... ¡AHHH! - gritó de nuevo cuando el ratón, en un último acto de rebeldía, corrió hacia él. En un reflejo dramático, Kai saltó a la mesa de la cocina, dejando caer la escoba.

Stella no pudo evitar reírse.

- ¡Kai, cálmate! ¡No es Godzilla!

Finalmente, después de unos minutos de caos y varios intentos fallidos, lograron guiar al pequeño ratón fuera del apartamento, abriendo la puerta de par en par mientras el diminuto roedor corría hacia su libertad. Kai suspiró aliviado, secándose la frente como si acabara de sobrevivir a una batalla épica.

Frío o calorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora