Carta al Lector IX

0 0 0
                                    

-Veo que se te complica cumplir con el horario de enttada.

Sí, se me cumplica el horario laboral, se me complica la permanencia en el planeta, se me complica la existencia en este plano, estoy harto de cumplir con compromisos, harto de fingir que no pasa nada, harto de tener que poner una puta sonrisa a quien me mire a la cara, se me complica mi vida, se me complica lo banal, lo mundano y lo superficial, se me complica el juicio sobre la realidad, estoy harto de todos, y no me importa su estúpida e inservible amabilidad, esa falsa compasión, esas palabras suaves y compasivas que no sirven para nada, palabras vacías que buscan solo el beneficio individual, amabilidad mal encaminada e interesada, no necesito su maldita amabilidad.
Necesito irme, necesito dejar de existir, necesito la ausencia de mí, necesito saciar esta hambre de caer, necesito suprimir mis deseos, necesito desistir, necesito llevar mi alma a la disolución, necesito silenciar mi mente, no necesito paz ni amabilidad, necesito muerte.

Parece que todo mi mal se reduce a actitudes el mundo se reduce a actitudes, o al menos a si fue para ellos, y no los culpo, es difícil ver más haya de las personas, traspasar esa cortina blanca, son superficiales y no lo harán, solo les importa su productividad, su comodidad individual, creí que yo era el que me sentía incómodo, pero no, aunque no sé si yo sea el único enfermo, ni siquiera eso pudieron ver.

-Hoy fue tu último día en la café.

Seco, frio, inhóspito, inesperado, como hielo chocando directo en mi cara. Y no puedo decir más, mi estabilidad laboral depende de gente que no me entiende, es normal terminar así, porque para ellos es más redituable una cara bonita, una sonrisa, que un tio demacrado, serio y cerrado como yo. A pesar de que cumpla laboralmente con lo que se me ha pedido, parece ser que las "actitudes" me han condenado, pues mis "aptitudes" están completamente deslindadas de este fiasco de relacion interpersonal laboral.

Me pesa porque creía que a pesar de mi apatía desmedida yo sabía que estaba siendo lo necesariamente ecuánime y estaba haciendo lo que siempre se me pedía. Pero si no está en ellos entender, tampoco en mí, así que me fui sin quejas, sin preguntas, sin indignarme, sin lamentarme, todo eso lo puedo hacer ahora en casa.

Mi Introspección Donde viven las historias. Descúbrelo ahora