Mi Introspección

Carta al Lector VI

Estoy más irritado que nunca, la gente me provoca rechazo, cólera, malestar, me he vuelto más asocial que nunca. La indiferencia me ha venido consumiendo, y en el hecho de que parece, no le importo a nadie más que para responsabilidades laborales, me siento absolutamente aislado y menospreciado. Mi inseguridad ha aumentado. Y no, no pido, ni quiero la compasión de nadie.
Pero si no me tratarán como un bicho raro esto sería más sencillo de sobrellevar.

Mi jefa me escupe con su indiferencia y me ve como un inadaptado, mis compañeros no imaginan ni sospechan mi situación, a mis amigos poco más les puedo pedir, no tengo familia. Estoy prácticamente solo, y si muero, y si muero esta noche, nadie llamará al amanecer, nadie preguntará por mi ausencia, o mas bien, lo verán como algo normal, un tío fuera de ritmo, sin entusiasmo, nada raro que falte a trabajar.

¿Han hecho algo por mí?
Sí, pero mi dolor parece ser más fuerte, mi falta de convicción es más grande, me he acercado más y más a la orilla, y ahora, ya no tengo miedo a morir, al contrario, he empezado a buscar la muerte. Tengo miedo de fracasar en el intento, tengo miedo a qué habrá después de la muerte, tengo miedo al dolor, y a lo desconocido, por eso aún no me he decidido. Tendré que encontrar un método indoloro, apacible, algo que solo me duerma y me desvanezca.

El fiasco es tan enorme que mi solución es la huida. No pensé llegar a este momento, o bueno, sí lo pensaba pero no he llegado listo, no estoy preparado.

Mis días parecen estar contados, en un instante pienso y planeo sobre mi futuro, al otro segundo, lo único que pienso es en desaparecer, salir corriendo, dejar tirado este trabajo de mierda, subir a algún edificio y tirarme de él, o posarme en medio de la calle a que un automóvil se lleve mi existencia.

No sé dónde está mi madre soy una vergüenza para ella.
Mi hermana seguramente me odiará.
De mi padre solo espero que, al igual que yo, muera en paz.