La luna brilla mientras el aire me hiela el cuello desnudo, expulso el humo hacia el sentido contrario. Veo como se desvanece lentamente.
No he sido capaz de obtener ninguna respuesta por parte de Ura. Y, la conozco. No me dirá absolutamente nada si no ha querido, deberé descubrirlo poco a poco. Claro, si llego a averiguar algo. Pero, estoy tan confusa que comienzo a agobiarme porque no hay una respuesta coherente y no puedo hablarlo con nadie. Gabriela es escéptica, a pesar de valorar a Ura, siempre creyó que se le iba la cabeza. Con lo cual, comienzo a pensar que debería dejarlo estar. Tal vez, mi tía exagera demasiado y con la brujería siempre ha sido así. No puedo explicar muchos de los hechos sucedidos, pero por mi estabilidad mental, intentaré pensar en otra cosa.
En cuanto a mis sentimientos, toda mi ilusión y mis ganas han ido menguando. Quiero irme lejos, aprovechar la oportunidad dada, solo que, me noto a mí misma vacía y comienza a serme indiferente. Otra vez.
¿Por qué me da igual? ¿Por qué me he arriesgado de esta forma? ¿Por qué el dolor me ha llevado a ser indiferente a mi vida? ¿Arriesgarse por algo que no sabes si merece la pena? ¿Cuándo empecé a ser así?
Hoy ha sido mi último día en Verona y lo único que he hecho ha sido ver el día pasar. He disfrutado de la quietud, sola en mi habitación, sin ganas de hacer nada productivo. No he visitado mi viejo instituto, no he pasado por el portal donde me besaron por primera vez, ni siquiera cruzó por mi mente ir al parque al que iba con mis padres... Y ni hablar de la cafetería a la que concurría con Edgard. Algunos pensarían que he aprovechado el día para descansar; otros dirían que solo que querido que el tiempo transcurra lo más rápido posible.
Abrir la herida de nuevo, juguetear con ella, quitarle la costra... ¿Para qué? No quiero recordarlo, no es necesario. Hace apenas unas semanas hubiese hecho eso mismo, revivirlo... Decidí dejarlo todo atrás, al menos, lo malo. Sé que no es recomendable y muy poco sano, solo que, si no pienso en ello, en lo que de vez en cuando duele, es como si no existiese. No debería hacerlo, pero, es la única manera que sé para no sufrir.
Me he dado cuenta que estoy acumulando el dolor, así que, como método de defensa, lo dejo en algún lugar de mi mente. En espera
Le di vueltas a la invitación que recibí, pero, no quise comerme más la cabeza, así que, decidí que simplemente voy a hacerme la "tonta".
Sin embargo, cuando me había preparado para ir a la cama y Ura ya estaba dormida, me invadió el extraño recuerdo, el ¿flashback?, que viví en la Piazza delle Erbe. Y, a partir de ese momento no pude parar de darle vueltas. Parecía real, ¿lo fue? Lo único que recuerdo es el sentimiento de miedo que me envolvió con una fuerza sorprendente. El pánico de mi madre. Es como si pudiese sentir su temor todavía. Por eso pienso que fue real. La sentí, y sigo teniendo el cosquilleo en el estómago.
Traté de hacer el menor ruido posible y salí de casa. Pensé en dar una vuelta por el barrio para despejarme y volver a casa. Solo que mis pies tuvieron otra idea y me llevaron a donde mi mente seguía vagando.
De todas las veces que había estado aquí, ¿por qué nunca vino a mí ese recuerdo?
Ura siempre dice que todo llega en el momento correcto, a su debido tiempo. ¿Será realmente así?
Apago el cigarro y decido seguir andando. Debo coger un avión a las seis de la mañana, pero, no quiero volver aún. Por algún motivo, necesito caminar. Al menos quince minutos más.
Las calles están solitarias, lo cual en cierto modo me preocupa.
Meto las manos en mi bolsillo y mis dedos tocan un papel duro, con las puntas dobladas por los días, aplastado. Lo saco.
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El secreto de Rímini. ©
RomanceLas ciudades contienen mucha historia, y sobre todo una como Rímini. Meena, nuestra protagonista, quiere huir de su pasado y dejar todo atrás, arriesgándose a aceptar propuestas que cambiaran drásticamente su vida. Ese hecho unirá su destino con un...