VIII

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⤿El grupo se reunió, algunos todavía en shock, pero otros sabían que debían seguir adelante. Tenían que ser fuertes por Lori y por el futuro de ese bebé.

La escena era tensa, llena de dolor y desolación. Rick permanecía arrodillado en el suelo, su rostro cubierto de lágrimas, perdido en un abismo de shock. El sonido del llanto del bebé resonaba en sus oídos, pero no parecía alcanzar su mente abrumada.

-¿Puedo ver a la bebé? -preguntó Hershel con voz temblorosa, rompiendo el silencio que se había apoderado del grupo. Su mirada estaba llena de determinación, un deseo urgente de asegurarse de que la vida continuara.

Alicia, aún sosteniendo al bebé en brazos, se acercó a Hershel, quien se asomó para mirarla. Su expresión se suavizó al ver al pequeño ser que representaba la esperanza en medio del dolor.

-Está sana -dijo Hershel, una pequeña sonrisa asomándose en su rostro-. Pero necesitará algo para alimentarse.

Rick, aún en el suelo y sin decir una palabra, se levantó lentamente. Su rostro reflejaba una mezcla de ira y tristeza, y sin un aviso previo, agarró su machete con manos temblorosas.

Sin mirar a nadie, se adentró en la prisión, su determinación palpable. Los demás lo vieron marchar, una sombra de lo que alguna vez fue. El dolor y la furia por la pérdida de Lori lo consumían, y buscaba cualquier salida a su rabia.

Carl observó a su padre alejarse, sintiendo un profundo vacío en su interior.

-¿Qué haremos ahora? -preguntó Carl, su voz llena de incertidumbre.

-La protegeremos -respondió Hershel, su voz aún firme a pesar de la tristeza-. Necesitamos cuidarla.

Alicia asintió, sintiendo el peso de la responsabilidad en sus manos. La vida del bebé dependía de ellos, y sabían que debían hacer lo que fuera necesario para mantenerlo a salvo. Pero, en medio de la confusión y el caos, una tristeza profunda comenzó a envolver el corazón de Alicia.

Al llegar al pabellón, su mirada se deslizó por el lugar, buscando a sus amigos, a Carol. Un nudo en su estómago se formó al darse cuenta de que no estaba allí. La ausencia de Carol y T-dog era palpable, y en su corazón, una sombra de desesperanza se cernió.

-¿Dónde están Carol y T-dog? -preguntó Alicia, su voz temblorosa al enfrentarse a la cruel realidad.

Beth y Carl intercambiaron miradas, comprendiendo lo que eso significaba.

-No lo sé -respondió Carl, su mirada baja, incapaz de soportar el dolor de la verdad-. No los hemos visto desde que... desde que ocurrió lo de la prisión.

BLOODLINE ──Daryl Dixon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora