IX

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⤿Alicia, Glenn y Maggie se dirigían hacia el pueblo con el sonido de sus pasos resonando en la desolada carretera. A medida que avanzaban, la tensión que había impregnado la prisión parecía desvanecerse, reemplazada por una sensación de camaradería. Risas ocasionales rompían el silencio, y el aire fresco les daba un breve respiro de normalidad en medio del caos.

—No puedo creer que estemos haciendo esto —dijo Glenn, sonriendo mientras caminaba a su lado—. Ir de compras en un mundo postapocalíptico. Quién lo diría.

Maggie se reía, sacudiendo la cabeza en incredulidad.

—Quizás deberíamos hacer esto más seguido. Una especie de “excursión de reabastecimiento”, o algo así —sugirió.

Alicia sonrió, disfrutando del momento. A pesar de las circunstancias, había algo liberador en salir de la prisión, en sentirse un poco más vivos, aunque solo fuera por un instante.

Al llegar al pueblo, comenzaron a inspeccionar las tiendas. Las puertas estaban abiertas, y los estantes vacíos recordaban que alguna vez hubo vida allí. Pero entre las ruinas, encontraron algunos artículos útiles: latas de comida, un par de botellas de agua, y otros suministros que les harían falta en los próximos días.

—Mira esto —exclamó Glenn al abrir una caja llena de barras de energía—. ¡Perfecto! Esto nos mantendrá con energía durante un tiempo.

Alicia, que se había separado un poco para explorar, entró en una tienda que parecía haber sido un pequeño supermercado. Había estantes desordenados, algunos productos aún en su lugar, y el aire olía a moho. Mientras revisaba, sus ojos se posaron en algo que podría ser útil: un botiquín de primeros auxilios parcialmente intacto.

—Esto podría servirnos —murmuró para sí misma, moviendo algunos artículos para alcanzarlo.

Fuera de la tienda, escuchó las risas de Maggie y Glenn, lo que la hizo sonreír. Pero de repente, un escalofrío recorrió su espalda. A lo lejos, vio una figura familiar acercarse. Merle, el hermano de Daryl, apareció en el marco de la puerta, su expresión sarcástica de siempre iluminando su rostro.

—Mira, mira, mira. ¿Qué tenemos aquí? Un par de tiernas aves perdidas en el bosque —dijo Merle, su voz cargada de burla.

Maggie y Glenn se sobresaltaron, y Alicia sintió que su corazón se detenía. Sabía que Merle era un problema, un peligro, y su instinto le decía que no era seguro salir ahora. Así que se quedó en la tienda, esperando el momento indicado para actuar.

—¿Qué haces aquí, Merle? —preguntó Glenn, con una mezcla de sorpresa y desconfianza.

Merle se cruzó de brazos, disfrutando del momento.

BLOODLINE ──Daryl Dixon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora