X

74 13 0
                                    

⎯⎯⎯⎯ ↺⎯⎯⎯⎯



⎯⎯⎯⎯  ↺⎯⎯⎯⎯

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

⎯⎯⎯⎯ ↺⎯⎯⎯⎯

⤿El Gobernador la llevó a una sala oscura y fría, donde la luz tenue apenas iluminaba los contornos de lo que había en el interior. Alicia sintió que su corazón se aceleraba al ver la silla en el centro de la habitación, la soga colgando del techo y una mesa repleta de herramientas filosas. Cada una de ellas parecía brillar con una amenaza propia, y un escalofrío recorrió su espalda.

-Bienvenida a mi pequeño taller -dijo el Gobernador, su voz impregnada de un tono de satisfacción que hacía que su piel se erizara.

Alicia se mantuvo en silencio, su mente corriendo a mil por hora mientras evaluaba sus opciones. ¿Qué quería hacer con ella? La angustia por Glenn y Maggie la consumía, pero debía mantener la calma y no dejarse llevar por el pánico.

-¿Qué estás planeando? -preguntó, tratando de sonar desafiante a pesar de que su voz temblaba. El Gobernador se acercó, y su sonrisa se ensanchó, disfrutando del terror que ella mostraba.

-Oh, solo unas pequeñas preguntas -respondió él, acariciando uno de los cuchillos en la mesa. Su tono era tranquilizador, pero sus acciones eran cualquier cosa menos.- Me interesa mucho saber dónde está tu refugio y qué más sabes sobre ese grupo al que perteneces. Estoy seguro de que podríamos llegar a un acuerdo.

Alicia sintió el sudor frío en su frente. Sabía que no podía decirle nada, pero la idea de lo que podría suceder en esa sala la aterrorizaba.

-No tengo nada que decirte -replicó con firmeza, aunque su voz traicionó su miedo.

El Gobernador frunció el ceño, la expresión en su rostro cambiando de diversión a algo más oscuro.

-Verás, aquí es donde te equivocas. -Se acercó más, y Alicia pudo ver la locura en sus ojos-. Este no es un lugar para jugar. Te prometo que me harás un favor al facilitarme las cosas.

Sin poder contenerse más, Alicia dio un paso atrás, tratando de alejarse de la mesa de herramientas. ¿Cómo había llegado a este punto? Su mente comenzó a formular un plan de escape, pero la falta de información sobre la situación de sus amigos la mantenía estancada.

El Gobernador se dio cuenta de su movimiento y sonrió, disfrutando del juego.

-No tienes por qué tener miedo. Aún -dijo, su tono burlón-. Solo quiero que colabores.

Ella lo miró fijamente, desafiándolo con la mirada. No podía dejar que la intimidara.

-Nunca te diré nada -aseguró, la ira comenzando a sustituir a su miedo.

El Gobernador se acercó aún más, su voz en un susurro.

-Quizás no, pero creo que aprenderás a desear que lo hicieras.

BLOODLINE ──Daryl Dixon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora