02. Steven's Corner.

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Mayo 2016.

Leipzing, Alemania.

Cheryl Collins.


La luz que se filtra por las cortinas de mi habitación es intensa, y claro, en esta época del año eso no me sorprende demasiado. Parpadeo repetidamente para acostumbrarme a la luz, y me giro lentamente sobre mi costado. Aún no puedo hacer movimientos bruscos. Entonces me doy cuenta que mi novio, Will, no se encuentra a mi lado.

Quizás ya sea muy tarde y fue a algún lado. Quitándome ese pensamiento de la mente, me levanto con cuidado de la cama y camino hacia el baño, donde me despojo de mi ropa y me doy una ducha. Cuando termino, me seco y después me paro frente al espejo que está encima del lavabo. No es muy grande y solo me permite ver hasta un poco por debajo de mis pechos. Pero es lo suficientemente grande para poder ver mi cicatriz.

Está en medio de mi senos y luce como si fuera un corte hecho con prisa, y vaya si lo fue. Aún no puedo creer que sea capaz de presenciarlo. De estar aquí para verlo, después de todo lo que sucedió el año pasado.

Pero ya basta de recordarlo. Pronto no tendré que pensar más en ello. Es cierto que la vida me ha dado una segunda oportunidad después de aquel trágico accidente, pero me agobia pensar en ello. He tenido que enfrentarlo y recordarlo cada día de mi vida durante los últimos once meses, y quizás sea un poco egoísta y mala persona al decir que ya no quiero hacerlo más.

Pronto una nueva etapa de mi vida comenzará, aquella de la que se me privó por tanto tiempo. Y no puedo esperar a que suceda. Dejar todo atrás.

Tomo una respiración profunda y me visto, enfundándome en una camiseta sencilla de color blanco y unos short para andar por casa. Una vez que estoy lista vuelvo a la habitación.

—Buenos días, cariño. —me saluda mi novio, Will.  Le sonrió y camino hasta él para besarlo. Él me corresponde gustoso.

—Buenos días, ¿dónde estabas?

Will me da una sonrisa y hace un gesto con la cabeza hacia la cama. Allí hay una bandeja con el desayuno en ella. Tiene unas tortitas y un zumo. Nada de frituras porque aún no me permiten comerlas.

—Creí que sería un bonito detalle, ya que a partir de mañana serás tú quien se despierte antes. —se encoge de hombros, esbozando una sonrisa. Yo me acomodo en la cama, poniendo la bandeja en mi regazo y empezando a devorar lo que hay en esta.

—Muchas gracias. —le digo después de dar el primer bocado. —Pero si lo estás haciendo para que yo te haga el desayuno todos estos días, te estás equivocando y mucho. —lo apunto con el tenedor, haciéndolo reír. Unos hermosos hoyuelos salen a la vista.

—Sabes que no será así. Lo que menos quiero es que te agobies, y más ahora que volverás al trabajo. —me dice mientras se pone a mi lado y enciende la televisión frente a nosotros con el mando.

—Ya basta de tratarme como una muñeca de cristal. —bufo, soltando el aire de mis pulmones apresuradamente. Él me da una mirada de advertencia. Eso tampoco lo puedes hacer, pienso que me va a decir, pero no lo hace. —Ha pasado casi un año ya, Will. Puedo hacer muchas más cosas de las que podía cuando fui recién operada, y tú y todos me seguís tratando como si hubiera pasado ayer. —trato de hacerle entender en el tono más suave posible, pero no puedo evitar que en mi tono se note una ligera molestia.

Hemos tenido discusiones por esto. Y Will es un hombre ejemplar, por lo cual me hace sentir mal discutir con él, pero tiene que entender que no tengo cinco años. Qué soy consciente de lo que me pasó y de mis límites, y que yo puedo cuidar de mí misma.

𝑪𝒉𝒆𝒓𝒚𝒍; 𝑻𝒐𝒎 𝑲𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora