—Ya es tu segundo día completo de trabajo, Wow. —dice Will cuando me recoge en la entrada del hospital. —¿Te diste cuenta de que sobreviviste?Pongo los ojos en blanco, pero tengo una sonrisa en la cara.
—Síiii... —alargo la i, cansada. —Pero debo admitir que estaba muy nerviosa.
—Eso ya lo sé, casi tuve que sacarte del coche porque temía que vomitaras en él. —le miro de mala gana por su comentario, y él alza las manos en son de paz. —Hey, no me mires así, solo te recordaba.
—Idiota. —le golpeo suave en el hombro. —Tú estabas igual en tu primer día de trabajo. ¡Casi tuve que arrastrarte para que fueras!
—Pero no lo hiciste. —sonríe con la vista fija en la carretera.
—Lo sé, es que pesas demasiado.
La expresión de indignación en su rostro me hace reír.
—¡¿Me estás llamando gordo, Cheryl Jane Collins?!
—¡No me llames Jane! —grito cruzándome de brazos.
Y así es como Will gana otra de nuestras infantiles discusiones.
Fijo mi vista en la carretera mientras analizo los últimos dos días. El hospital y el trabajo en general, son realmente muy buenos. Tengo compañeros de trabajo geniales, empezando por Lucy, con quién ya quedé para ir al cine el fin de semana. Los pacientes cooperan conmigo y aquellos que ya están terminando su tratamiento me hacen la tarea más fácil, y hasta comprenden que soy nueva en esto. Me tienen la paciencia que yo debería tener con ellos, y no podría estar más agradecida por ello.
Por otro lado, Will se ha ocupado de organizar una cena romántica en nuestra casa para celebrar mi nuevo comienzo en el trabajo. Cada día de mi vida me pregunto qué haría sin este hombre. Recordando lo bien lo pasé ayer con él, mi ánimo sube, y todo lo que quiero es besarlo. Así que lo hago. Me inclino para presionar mis labios en su mejilla de manera amorosa. La sonrisa que esboza hace que sus hoyuelos salgan a relucir.
—¿Y eso por qué? —me encojo de hombros.
—Porque te amo.
•••
Una vez en casa, decido que quiero cocinar. Todo este tiempo Will ha cocinado para mí o hemos pedido comida a domicilio, no me he acercado a una cocina en mucho tiempo y pienso que es momento de volver a ello, sabiendo lo mucho que me apasiona cocinar y experimentar nuevas recetas. Aprovecho que Will ha ido a darse una ducha para ponerme manos a la obra. Cojo mi viejo delantal del armario; es blanco y tiene mi nombre bordado con hilo rojo. Sí, hace un tiempo me dediqué tanto a las artes culinarias que hice un delantal con mi nombre. Una vez que tengo el delantal puesto, voy a la despensa y saco un paquete de pasta. Es lo que más me gusta hacer y será rápido. Algo sencillo para empezar. Pongo el agua a hervir y echo la pasta, removiendo en círculos lentamente para que no se pegue. Mientras esta se cocina pienso en qué más puedo hacer para acompañarla.—Me tomas por sorpresa todos los días. Sabes que podía hacerlo yo, ¿verdad? —dice Will detrás de mí, rodeando mi cintura con sus brazos mientras me ve picar algunos vegetales. Estoy picando la cebolla y sorbo por la nariz al notar como voy a comenzar a llorar. —Oh, pero no llores. Se que no ves un alma caritativa como la mía todos los días, pero tampoco es para tanto.
—¡Es por la cebolla, idiota! —chillo y él se ríe. —Al menos yo lloro por la cebolla y no por una pelicula de Robin Williams.
Él se ríe entre dientes, poniéndose a mi lado para ayudarme a cocinar.
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𝑪𝒉𝒆𝒓𝒚𝒍; 𝑻𝒐𝒎 𝑲𝒂𝒖𝒍𝒊𝒕𝒛
Fiksi Penggemar'No me sorprendió sentirme de este modo respecto a él. Y es que, había una parte de ella dentro de mí, después de todo.'