🦋 Parte 1 | El Pequeño Potro

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Narra Twilight: 

Estábamos sentados en mi biblioteca, donde el silencio solo se rompía por el suave crepitar del fuego en la chimenea y el leve sonido de las páginas al pasar. A mi lado, Sombra leía un libro, tan concentrado que me costaba no sonreír ante lo adorable que se veía. Aún me cuesta creer lo mucho que había cambiado. Desde que él y yo... bueno, desde que nos convertimos en algo más que aliados. A veces olvido que él alguna vez fue un villano temido por todos. Ahora, aunque reformado, Sombra seguía siendo ese ser intrigante, con una mirada intensa y un aura que irradiaba poder. Pero, para mí, simplemente es mi Sombra.

—Twilight —su voz grave me sacó de mis pensamientos—. ¿Te encuentras bien?

Sentí mis mejillas encenderse al ser sorprendida.

—¡Eh! Sí, claro. Solo... pensando en... en lo productiva que ha sido la semana. —Sonreí nerviosa, mientras organizaba algunos pergaminos sin ningún orden aparente.

Sombra alzó una ceja, claramente no me creía del todo, pero dejó el tema.

—Por cierto —dije, cambiando de tema de manera nada sospechosa—. Rainbow y Applejack encontraron algo interesante en su última misión. Un cofre antiguo. Dicen que no lograron abrirlo, así que pensé que tú y yo podríamos echarle un vistazo.

Él dejó su libro a un lado, sonriendo suavemente. Ese tipo de sonrisa que hacía que mi estómago se revolviera en el mejor de los sentidos.

—Me encantaría, Twi. Lo que sea por ayudarte. Yo también sonreí, no porque fuera necesaria su ayuda, pero la verdad es que me encantaba cualquier excusa para pasar más tiempo con él. Me acerqué al cofre que estaba sobre una de las mesas. Era grande, tallado con símbolos antiguos que, honestamente, me estaban dando dolores de cabeza. Lo había estudiado por horas la noche anterior sin lograr abrirlo.

Sombra se levantó, y con su magia, acarició los bordes del cofre. Después de unos segundos de concentración, una suave chispa saltó de la cerradura y el cofre se abrió con un pequeño clic. Lo miré sorprendida.

—¿Cómo lo hiciste? —pregunté, impresionada y con un poco de celos profesionales.

—Ah, nada que tú no pudieras haber hecho —dijo con una sonrisita, aunque sabía que estaba siendo modesto.

Dentro del cofre había un solo objeto: un pergamino muy antiguo, enrollado con una cinta dorada. Sombra me lo entregó cuidadosamente, y yo lo desenrollé con delicadeza. Las palabras estaban escritas en un dialecto antiguo de Equestria que tardé unos segundos en traducir.

—Es un hechizo de... transformación. —Mis ojos recorrieron el texto—. Parece que está destinado a revertir... algo, aunque no está claro qué.

Sombra asintió, observando el pergamino con interés.

—¿Quieres probarlo? —preguntó con una sonrisa traviesa.

—No creo que sea buena idea —dije, aunque la tentación me picaba. El hechizo parecía inofensivo, pero estos pergaminos antiguos siempre podían ser un poco... impredecibles. Y una parte de mí estaba emocionada por la posibilidad de descubrir algo nuevo.

—Vamos, Twilight. ¿Qué podría salir mal?

"Siempre me dice eso", pensé.

Finalmente, cedí a la curiosidad. Mi cuerno brilló mientras pronunciaba las palabras del hechizo. Una corriente de energía dorada surgió del pergamino, envolviendo a Sombra en un destello. Durante unos segundos, todo fue luz.

—Sombra, ¿estás bien? —pregunté, agitando una pezuña para disipar el humo que se había formado en la habitación.

Cuando la nube se aclaró, lo vi... y mi mandíbula casi se cayó al suelo. Frente a mí no estaba el Sombra de siempre, fuerte y majestuoso. No. En su lugar, había un pequeño potrillo de pelaje gris oscuro y crin negra, mirándome con grandes ojos verdes llenos de confusión.

—¿Quién eres tú? —preguntó con una vocecita infantil, dando un paso hacia atrás asustado.

Mi corazón se hundió.

—Oh no... no no no no —me llevé una pezuña a la frente, sintiendo cómo empezaba a entrar en pánico—. ¡Esto no puede estar pasando!

El pequeño potrillo me observaba como si fuera una completa extraña.

—¿Dónde estoy...? —preguntó, inclinando la cabeza con inocencia.

Mi cerebro trabajaba a mil por hora. ¿Qué había hecho? ¡Lo había convertido en un potro!

Un pequeño potro gris con una melena negra que apenas podía cubrirse bien con sus cascos. Sus ojos, que antes eran tan sabios y a veces llenos de oscuridad, ahora parecían grandes y desconfiados. Parpadeé un par de veces, incrédula.

—¡Sombra! —exclamé, dando un paso hacia él.

El pequeño potro retrocedió rápidamente, mirándome con un terror palpable.

—¿Quién eres? ¡No me toques! —chilló, poniéndose en una postura defensiva, como si esperara que lo atacara en cualquier momento.

Mi corazón dio un vuelco. Su voz, aunque más aguda y suave, seguía teniendo ese tono familiar. Sin embargo, sus ojos... ¡no sabía quién era yo!

—Sombra... soy yo, Twilight —le dije con la mayor suavidad que pude, inclinándome un poco para no parecer tan imponente. Pero él simplemente me miró, desconfiado.

— ¡No te conozco! ¡Quién eres tú! ¡Dónde está Radiant Hope!—bufó, frunciendo el ceño con fuerza mientras se apartaba aún más. Mi corazón se hundió un poco más.

—Radiant... Hope... —murmuré. 

Claro, había oído sobre ella, su mejor amiga de la infancia. En ese momento, me di cuenta: el hechizo no solo lo había convertido en un potro, sino que había regresado su mente a esa época. Una época mucho antes de que se convirtiera en el temido rey que todos conocían, cuando aún era un joven desconfiado en el Imperio de Cristal.

Me acerqué lentamente, tratando de no asustarlo más.

—No quiero hacerte daño, Sombra. Solo quiero ayudarte. —Extendí una pata hacia él, pero él retrocedió de nuevo.

—¡No te acerques! ¡No confío en ti! ¡Eres una mentirosa! ¡Dónde estoy! —gritó, su pequeño cuerpo temblando. Algo en mí se rompió al verlo así, tan vulnerable. Este era el Sombra que nunca había mostrado, el que había crecido en un lugar donde no había sido mal tratado, donde siempre estaba esperando ser traicionado, excepto por Hope.

Respiré hondo. Sabía que no podía apresurar las cosas.

—No estoy mintiendo —le dije suavemente. —Y no quiero hacerte daño, lo prometo. Solo... necesito encontrar la manera de revertir esto.

—Mentira... —murmuró de nuevo, aunque su postura se relajó un poco. Al menos, ya no parecía dispuesto a huir de inmediato.

Esto era peor de lo que pensaba. No solo lo había convertido en un potrillo, sino que realmente había perdido todos sus recuerdos. ¡Todo lo que habíamos compartido, todo lo que habíamos construido... puff! ¡Desaparecido!

Me reí nerviosa mientras trataba de pensar en un plan. "Twilight", me dije a mí misma, "esto es solo otro desafío. Has enfrentado cosas peores. ¿Cómo de complicado puede ser cuidar de un potrillo... que antes era un rey oscuro adulto reformado y tu pareja?".

Una parte de mí sabía que esto iba a ser un lío. Una parte muy grande. Pero, por ahora, solo podía respirar profundamente y tomar las cosas con calma.

—Está bien, Sombra... o, um... pequeñín —dije, agachándome a su nivel—. Todo estará bien. Solo necesitamos... encontrar una forma de que vuelvas a la normalidad...

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Continúa

Pequeña Sombra | TwibraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora