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Ty en el multimedia

Leo

Avanzaba delante de todos con Ty a mi lado, mientras los habitantes del pueblo nos observaban con temor y curiosidad. Aunque algunos miraban a Ty con recelo, era a mí a quien se dirigían las miradas más asombradas, como si hubiera regresado de entre los muertos como un espectro. Al llegar a mi antigua casa, ubicada en el centro del pueblo, una oleada de recuerdos y emociones me invadió, pero me obligué a seguir adelante.

Con una mano temblorosa, abrí la puerta y me encontré con que todo seguía exactamente igual que cuando lo dejé hace años. La silla donde solía sentarse mi padre aún permanecía en su lugar, pero él ya no estaba allí. La cocina estaba vacía, sin el cálido aroma de las comidas preparadas por mi madre. Un dolor punzante atravesó mi corazón al recordar que mis padres ya no estaban en este mundo.

 Sin embargo, mi atención fue rápidamente desviada hacia una pequeña figura que jugaba en el suelo con juguetes. El parecido era innegable, era el cachorro de mi hermana y su pareja. A su lado estaba mi ex mejor amigo, mirando a Ty con desprecio.

A pesar del dolor y la nostalgia, les sonreí a todos, intentando mantener la calma en ese momento tan tenso. Me dirigí hacia el sofá y tomé asiento, Ty hizo lo mismo a mi lado. Mis hermanos entraron y cerraron la puerta, situándose frente a mí, con el niño pequeño a un lado y mi hermana al lado de mi hermano.

Los observé a todos, esperando a que alguien tomara la palabra, pero parecía que aún estaban asimilando el hecho de que yo estuviera de vuelta.

Finalmente, mi hermano mayor carraspeó un poco y me miró con ojos llenos de duda. Con una voz algo temblorosa, hizo la pregunta que todos temían formular.

"Leo, ¿eres tú?", preguntó con miedo a que negara mi identidad.

Lo miré a los ojos, y poco a poco, mis ojos se tornaron de un azul intenso, reconociendo mi verdadera esencia. Estuvimos diez minutos en un tenso silencio mientras él y los demás asimilaban la verdad. Mi hermano siempre había sido reflexivo, pensando mucho antes de actuar. Finalmente, asentí, tratando de relajarme, haciendo respiraciones profundas para calmar mis emociones.

Sin embargo, mi hermana se acercó hacia mí con una mirada fría y, al siguiente instante, sentí un dolor agudo en mi mejilla. Me quedé sorprendida y con la boca entreabierta, pero Ty intervino rápidamente y la detuvo antes de que continuara agrediéndome. Me incorporé, intentando mantener la compostura, pero por dentro, la rabia me consumía. Me daban ganas de hacerle pagar por su agresión.

"¿Quién eres tú para hacer esto, maldita niña?", le reclamé mientras me acercaba a ella, y por instinto, tomé su cuello con mi mano, conteniendo mi furia.

Mi hermano intentó acercarse para calmar la situación, pero lo amenacé con un gruñido feroz. "Si te acercas más, la mato, y me dará igual", advertí, apretando más el agarre.

Ty intervino nuevamente, tratando de calmar la situación. "Leo, tranquilízate, recuerda que hay un cachorro delante de ti", me recordó con preocupación, señalando al pequeño que nos observaba con ojos llorosos.

Mi mirada se dirigió hacia el pequeño y noté cómo me miraba con sus ojitos llenos de lágrimas. Eso me hizo soltar a mi hermana con un empujón, dejando escapar un suspiro para contener mis emociones.

"Me vuelves a tocar con tus asquerosas manos y te mato", advertí seriamente mientras me volvía a sentar en el sofá. "Vine para reclamar lo que me pertenece", añadí mientras sacaba el testamento que dejaron nuestros padres.

Mi hermano se acercó y me arrebató el papel de las manos, leyéndolo detenidamente. Luego, soltó un suspiro y miró a mi hermana, indicándole que recogiera mis pertenencias.

"Coge esto y desaparece, no te queremos aquí", dijo mi hermano fríamente, y mi hermana me entregó la bolsa sin mirarme. Luego, ella se dirigió hacia mi ex, alejándose de mí sin ningún remordimiento.

Tomé la bolsa y  junto a Ty  nos dirigimos hacia la puerta. La abrí sin mirar atrás, despidiéndome silenciosamente de mi pasado, y salimos del pueblo que una vez fue mi hogar.

Mientras caminábamos juntos por el bosque, alejándonos del pueblo, percibí un olor peculiar en el aire.

"Ty, ¿hueles eso?", dije mientras olfateaba el aire, y el olor se volvía más intenso cada vez. "Se acerca muy rápido", añadí.

Ty asintió y me regaló una pequeña sonrisa, sabiendo a quién pertenecía ese distintivo olor a limón. 



Los AlphasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora