CAPÍTULO 2 : Mi segunda futura esposa

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Ciudad de Jibrill

Jibrill es una ciudad de la región de Greshlleene, un lugar donde habitan más Cindanitas que cualquier otra raza. 

Ellas son las únicas que tienen permiso para nombrar una monarca para su pueblo. 

Esta raza se destaca por escribir libros de encantamientos.

Con sus ojos dorados y belleza excesiva, no suelen atraerse entre sí, toman muchas de sus decisiones por prejuicios relacionados con su escritura.

Caminábamos por una de las calles empedradas que conducen a la plaza principal.

Diferentes razas caminaban alrededor, veo hermosas figuras caminado.

Las hojas que caen de los árboles en este lugar son de un color rosado, que combina perfectamente con el cabello de las cindanitas.

—Mily, ¿ya puedo preguntar? —dije, rompiendo el silencio.

—¿Qué cosa?

—¿A qué hemos venido?

—Pues a conocer a tu futura esposa —respondió Mily con una sonrisa traviesa.

—¿Qué? ¿Ahora? ¿Cómo es que aceptó ser mi esposa?

—Aún no se lo he dicho —respondió ella, impasible.

—¡¿Qué?! ¿Quién es? ¿Cómo voy a conocer a mi futura esposa así? ¿Qué se supone que le diga?

Mily agarró uno de mis senos, provocándome un respingo.

—Oye, ya olvidaste de quién son estas enormes gomas. Eres Reyna Mayerlhynne del Castillo de Greshlleene e invocadora de los mil guerreros. ¿Quién no querrá tirarse este maldito culo y chupar estas tetas llenas de leche hasta saciarse?

—Mily~~, muestra algo de decencia. —protesté mientras apartaba su mano.

—Ahora me dices a mí que muestre decencia... Estás gritando por dentro para que te folle ahora mismo mientras te tengo atada a un árbol.

Tragué saliva y aparté un poco la mirada. No sabía si iba a aguantar hasta llegar a la casa.

—Vamos a conocer a la monarca de los Cindanitas —dijo Mily, cambiando el tema de golpe.

—¿Qué? ¡Estás loca! Dime que no es ella. Debe tener como un millón años, ya debe estar un paso al cielo.

—Pues no vamos —dijo Mily, dándose la vuelta como si no le importara.

—¿Qué?  ¡Espera! Bueno... no perdemos nada solo la conoceremos.

La última vez que la vi, aún conservaba algo de belleza.

Solo voy a ver cómo se encuentra ahora.

Llegamos a una mansión imponente, cuyas puertas medían al menos 20 metros de alto. Había montones de libros apilados en las esquinas. 

Nos recibió una recepcionista que nos dejó pasar sin preguntar nada, solo mencionó que la monarca nos estaba esperando y nos condujo hasta ella.

—Este pasillo es hermoso. ¿Cómo habrán construido algo así? —dije, admirando la arquitectura.

—Reyna, cuando la veas, le dirás que quieres su pene dentro de ti, lo más adentro posible —susurró Mily.

—Oye... —protesté en un tono exasperado.

Subimos seis pisos hasta llegar a un balcón, donde la monarca estaba de pie, esperándonos.

—Reyna y Milyanne, qué bonita pareja. No esperaba la visita de una creadora, es un honor recibirlas en Jibrill —dijo la monarca con una reverencia elegante.

Nueve HaremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora