CAPÍTULO 3 : La monarca y el libro prohibido

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La Monarca se dirigió a su biblioteca personal, un santuario lleno de conocimiento donde había pasado miles de años escribiendo sobre los países que había visitado, sus razas y sus culturas. 

Cada libro que allí descansaba representaba un fragmento del vasto mundo que había explorado. 

Después de la guerra de los continentes muchas razas redujeron su población o terminaron extinta.

Jemira no solo había viajado para escribir sobre ellas, sino también para reunir a los últimos sobrevivientes de su propia raza, las cindanitas.

—Bienvenida, Monarca Jemira. —Una voz resonó al entrar en la biblioteca—. No nos ha visitado desde su nombramiento como Monarca.

—Lo sé, Justine. —respondió Jemira con tono solemne—. ¿Podrías traerme el libro que escribí sobre los Dalbareans?

—Oh, claro. —dijo Justine, sorprendido—. El libro prohibido. Iré a buscarlo, por favor, espere un momento.

Jemira miró a su alrededor, recordando el momento en que había decidido ocultar aquel libro, tras la extinción de los Dalbarean. 

Sabía que mantener ese conocimiento en secreto era un riesgo enorme, pero había considerado más peligroso permitir que la historia de esa raza desapareciera por completo.

Justine un demonio de la raza anubis. Esta era prohibida dentro de la barrera.

Cuando Justine volvió, llevaba el libro, amarrado con gruesas cadenas, cubierto de hechizos de protección y maldiciones que lo mantenían a salvo.

—Escondí este libro después de la extinción de los Dalbareans. Querían borrar toda huella de su existencia, y al mantenerlo, pude haber condenado a nuestra raza. Pero este es el lugar más seguro para abrirlo.

—Aquí tiene, Su Majestad. —dijo Justine, entregándole el volumen envuelto en magia oscura.

—Déjame sola, voy a desbloquear el libro. —ordenó Jemira con firmeza.

—Como desee, mi Monarca. —respondió Justine antes de retirarse, dejando a Jemira con sus pensamientos.

Jemira colocó el libro sobre una mesa de mármol, su superficie estaba cubierta de símbolos antiguos.

—Para cada uno de mis libros prohibidos, he creado métodos distintos para abrirlos. —murmuró, mientras se preparaba para comenzar el ritual.

Quenella seguía su riguroso entrenamiento. Mily, una guerrera hábil y provocadora.

—¿Estás lista? —preguntó Mily, preparándose para otro asalto—. Ahora, atácame de nuevo.

Justo cuando Quenella estaba por atacar, sentí una perturbación en el aire. 

¡Algo oscuro se aproximaba! ¡algo que no debía estar allí! Estamos dentro de la barrera, un lugar donde nadie podía entrar sin el permiso de los demonios Jastelian o las Creadoras.

—Quenella, espera. —dijo Milyanne con gravedad—.

«Algo se acerca.»

—¡Maestra¡ ¡¿Qué es eso?! —gritó Quenella, preocupada.

Un portal se ha aparecido justo arriba de nosotras. 

No era una simple invocación, sino una maldición, una de clase 75 puedo saberlo perfectamente.

¿Pero porque se activaría una en este lugar? un poder que superaba lo que debería estar permitido, ¡Esto es muy malo!

¡Tengo que evacuar toda la ciudad! ¡No. no tengo tiempo!

Nueve HaremDonde viven las historias. Descúbrelo ahora