Recuerdo

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El presente era muy distante de mí, aunque me amaba,

duraba muy poco en mi cama suave,

y se iba cada noche, sin dirigirme la palabra.

El pasado, por otra parte, era un galán,

vestía un lindo y vanidoso traje de seda gris,

y le gustaba verme desnuda frente a la persiana del ayer.

Duraba mucho cuando se encamaba conmigo,

es más, podíamos estar un día entero acostados,

ya que el presente solo me veía de vez en cuando.

A raíz de una noche apasionada con el pasado,

quedé preñada de un recuerdo vano y pasajero,

un bebé que absorbía el nutriente de mi placenta adolorida,

esa placenta del alma, que languidece las emociones;

daba también, patadas en mi barriga,

con el fin de flagelar mi conciencia.

El pasado dijo que se quedaría, mas no se haría cargo.

Mi desilusión y enfado fueron tales, que rompí mi amorío con él;

entonces fui bien vestida hacia mi marido,

y luego de tanto buscarlo, llegué con trenzas y con moños hacia el presente,

pero ya era muy tarde,

el presente había fallecido...

Lloré bajo los sauces de un futuro inalcanzable;

vi en su tumba, un testamento que, curiosamente,

tenía el mismo puño y letra del pasado al que tanto amé.

Me enteré de que todo era un engaño,

la tumba del presente era tan solo una broma,

y el presente como tal, era el mismo pasado,

que raramente, fingía ser otra persona.

Al ver que ni el falso disfraz de presente,

ni el verdadero pasado se haría cargo del recuerdo,

acudí finalmente a una clínica de nostalgia,

y di a luz a mi preciado recuerdo.

En un principio lo quise,

pero luego de tantos gritos y murmullos,

decidí que ser madre no sería mi destino,

así que con mi almohada, lo asfixié.

Y aún tiemblo de vergüenza,

por haber ahogado a ese bebé que me traía un amargo recuerdo de desamor,

al cual no le he puesto siquiera un nombre,

pero dadas las circunstancias, prefiero llamarlo como un simple recuerdo...

Ángel de SodomaWhere stories live. Discover now