Ángel de Sodoma

12 2 0
                                    


Acabo de llegar a esta tierra, oh, padre,

para hacer razonar a estas gentes;

pude escapar, pero creí que me daban la bienvenida

cuando se me acercaban en enjambre.

Como me dolía, oh, señor;

cada uno acariciaba mi ser,

como si estuviera hecho de piel;

cada hombre manoseaba mi aureola,

hasta que luego se oxidó;

oh, padre, aún siento arcadas y vergüenza

por como uno de ellos se bajó los pantalones,

sentí su pene crispandose entre mis piernas,

mientras trataban de bajarme el manto celestial,

vieron que detrás de eso no había nada, ni un sólo genital,

pues tú me creaste sin un sexo en especial,

ya que los ángeles servimos para guiar, más no para procrear.

Me apena tanto, oh, Dios,

como el hombre pudrió su alma;

me besaban sin verdadero amor;

había restos de comida en sus sucias y feas barbas;

me apretaron la nariz para abrir la boca,

eso me obligó a tragar su saliva amarga...

Estaban babeando por mí,

mi figura los ponía hambrientos;

buscaron cada agujero penetrable;

aún me sale sangre al botar mis excrementos;

con asco hacia mí mismo lo confieso,

pudieron penetrar en mi recto;

te entiendo, padre, si ya no soy digno,

aplica sobre mí tu castigo.

¡Oh, Jehová, a este pueblo yo maldigo!

Me golpearon, dejándome mil moretones,

de esos moretones salió pus;

arrancaron mis alas para sus fiestas paganas

dónde se disfrazan asimilando al avestruz;

luego me secuestraron,

entre mis piernas, una vagina implantaron,

para convertirme en mujer;

de grandes senos me dotaron;

me obligaron a ponerme aros,

y me entró tinta a los ojos cuándo me hicieron delineado.

Tuve que callar cuando me insultaban,

cuando me humillaban,

cuando me dejaban moretones o llagas,

hasta cuándo vertían licor sobre mis mamas;

mi entrepierna era devorada por buitres;

se reían cuándo yo te rendía una alabanza,

en mi panza dibujaron una estrella,

como si mi cuerpo fuera un pupitre.

Todo parecía no tener cura,

hasta que llega un buen hombre

que al oído me susurra:

"Qué hermosa te ves, mujer.

¿Será que caiste del cielo?

No lo digo como consuelo,

ni como piropo;

yo vi que de arriba caiste,

así como de arriba caen los copos"...

El tipo se llamaba Baltasar,

fue el único que mi corazón pudo dominar.

¿El resto? Mejor ni lo digo;

solo eran mil hombres calientes;

calientes como un abrigo,

pero sin su comodidad;

calientes como el sol que fermenta el trigo,

buscando posos para evaporar en mi cuerpo,

desde mi boca hasta mi ombligo...

Era natal de esa ciudad;

jamás creyó en ningún dios,

pero por favor, perdonalo, señor,

te lo ruego;

quizá él no pueda verte,

quizá él sea ciego,

pero es de buenas intenciones y por eso lo tolero.

Ya vi que destruiste a ese pueblo;

desde los aires hiciste caer fuego;

aún sin mis alas,

a las nubes me elevo,

sin encontrarme con mi amado,

su alma y espíritu en el infierno están.

¿Todo por qué? ¿Por no adorarte?

Dios, yo lo amo,

no sé si será porque en carne fue mi único cercano,

o simplemente, su depravación me ciega;

te pido me dejes empapar mi dedo en agua,

para calmar la sed en su lengua...

Ángel de SodomaWhere stories live. Discover now