El regalo de un cuervo para su amada

9 1 0
                                    


No tengo nada que ofrecerte, amor,

más allá de estas plumas de amargo color de soya,

más allá de esta nariz de pico,

que viene unida a mi hocico putrefacto.

Realmente no cuento con nada,

solo con estos ojos muertos de un poeta lastimero,

que arranqué de sus cuencas dilatadas,

y que solo a ti pueden verte.

Te traigo esos ojos de obsequio,

pues supe que los hombres gustan de arrancar las flores,

para una dama amante de la belleza de la tierra,

más no de la tierra...

Dichas flores equivalen al ojo humano,

al menos para mi bandada,

ya que son fáciles de arrancar,

y siempre arrancan las más bellas.

Ese escritor marchito que solo ponía su mirada en ti,

murió sin recibir un pésame vuestro;

murió sabiendo que ni con mil tulipanes se ganaría tu aprecio,

pero aún así, él te miraba...

Y como el romance no es lo mío,

solo se me ocurrió regalarte sus ojos,

simples, pero cubiertos de una tierna esperanza,

y si bien, yo sabía que nunca los quisiste,

quise poner a prueba nuestro amor,

al darte un presente que nunca valoraste,

y espero que lo valores viniendo de mí;

esa es la pena por amar a un cuervo...

Ángel de SodomaWhere stories live. Discover now