¿Porque yo No?: La Historia de Temor Y Desagrado

CAPITULO 5: LA REVELACIÓN....

Desagrado caminaba por el cuartel general, sintiéndose como un fantasma en su propio hogar. Las risas y conversaciones de las demás emociones resonaban a su alrededor, pero todo sonaba distante, como ecos apagados en un mundo que ya no le pertenecía. Se detuvo frente a la sala de almacenamiento, un lugar que había evitado durante mucho tiempo. Sin saber por qué, decidió entrar.

El lugar estaba cubierto de polvo y lleno de recuerdos olvidados. Mientras exploraba, sus ojos se posaron en un viejo baúl en la esquina. La curiosidad la llevó a abrirlo, encontrando una pila de cartas atadas con un lazo descolorido. Su corazón se detuvo al reconocer la escritura de Temor en el sobre más superior.

Con manos temblorosas, desató el lazo y sacó la carta. La letra era familiar, el mismo trazo que había visto tantas veces antes. Desagrado sintió cómo su pecho se apretaba mientras comenzaba a leer.

"Querida Desagrado,
Hay tantas cosas que quiero decirte, pero a menudo me quedo sin palabras. A veces siento que nuestras interacciones son solo un juego de máscaras. Quiero que sepas que cada vez que sonríes, el mundo se ilumina para mí. No puedo evitarlo, pero estoy enamorado de ti. Aunque nunca he tenido el valor de decírtelo de frente, tu indiferencia me ha dejado sintiéndome pequeño y sin valor. Aún así, guardo la esperanza de que algún día puedas verlo."

Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos mientras leía. Recordó aquel día en que Temor se había acercado, la sinceridad en su voz y la vulnerabilidad en su mirada. Desagrado, atrapada en sus propias inseguridades, había respondido con desinterés, desestimando sus sentimientos como si no tuvieran importancia.

"Sé que te sientes más cercana a la alegría de los demás. A veces me pregunto si podría ser yo quien te haga feliz, o si siempre seré solo un amigo para ti. Pero la verdad es que no puedo evitar sentir lo que siento. A pesar de todo, te admiro y valoro nuestra amistad."

Desagrado dejó caer la carta, sintiendo que el mundo se desmoronaba a su alrededor. ¿Cómo había podido ser tan ciega? Había despreciado sus sentimientos, sin darse cuenta del impacto que tenía en él.

Las palabras resonaban en su mente como un eco cruel. Se sentó en el suelo, rodeada de recuerdos de momentos que nunca volverían. Temor había estado ahí, dispuesto a darle su amor, y ella lo había dejado escapar por su propia incapacidad para ver lo que tenía frente a ella.

Mientras las lágrimas caían libremente, recordó cómo lo había ignorado. La confesión de Temor había llegado en un momento en que ella estaba demasiado atrapada en su propia tristeza, su propia falta de amor propio. La risa que había compartido con él, las pequeñas charlas, los momentos de apoyo, todo se sentía como un cuchillo atravesando su corazón.

Desagrado se sintió atrapada en un remolino de arrepentimiento y dolor. ¿Por qué no había valorado lo que tenía? Había sido tan arrogante, pensando que podría desestimar sus sentimientos sin consecuencias. Ahora, esa arrogancia la había dejado sola, con un corazón roto y un vacío que parecía imposible de llenar.

Se acercó a la ventana, observando el mundo exterior. Las emociones de Riley parecían seguir adelante, pero ella se sentía estancada, atrapada en su propia tristeza. Las risas de Alegría resonaban a lo lejos, pero para Desagrado, eran un recordatorio constante de lo que había perdido.

La carta se sentía como un peso en su mano, cada palabra un recordatorio de su error. Temor había estado dispuesto a abrir su corazón, y ella lo había cerrado con desprecio. La soledad la envolvió como un manto pesado mientras su mente viajaba a aquellos momentos, cada risa compartida y cada mirada furtiva.

No podía cambiar el pasado. La desesperación le ahogaba, la culpabilidad la atormentaba. Quería gritar, llorar, pero las palabras se ahogaban en su garganta. La falta de valor para enfrentar sus propios sentimientos la había dejado en este abismo de tristeza, sintiéndose como un eco de sí misma.

Desagrado finalmente se dejó caer al suelo, la carta aún en su mano, y lloró. Lloró por cada momento perdido, por cada palabra no dicha, por cada oportunidad que había desestimado. Las lágrimas fluían como un torrente, llenando el vacío que había creado a su alrededor.

Se sintió completamente sola, despojada de cualquier esperanza. La tristeza la envolvía como una tormenta, y se dio cuenta de que, sin importar cuántas veces intentara seguir adelante, siempre habría un rincón de su corazón que llevaría la marca de lo que pudo haber sido.

Tenía que aprender a vivir con ese dolor. Y mientras lloraba, en su interior se fraguaba una nueva resolución: aunque su corazón estuviera roto, seguiría adelante, aunque solo fuera por el recuerdo de aquel amor que nunca supo valorar.