CAPITULO 9: LA DISCUSIÓN....

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La noche se había hecho pesada en el cuartel general, como si las emociones que habitaban en ese lugar compartieran el mismo peso que cargaban en su interior. Alegría se acercó a Temor y Desagrado, su expresión un intento de mantener el optimismo en medio de la tensión palpable.

—Oigan, necesito que vigilen los sueños de Riley esta noche —dijo, su voz alegre contrastando con la tristeza que embargaba el ambiente.

Ambos asintieron, pero el silencio se convirtió en un abismo entre ellos, uno que parecía crecer con cada latido. Era como si el aire se hubiera vuelto denso y cargado de secretos no compartidos. Finalmente, Desagrado rompió el hielo, aunque las palabras le salieron entre dientes, como si cada sílaba le doliera.

—¿Con qué, Ansiedad, verdad? —preguntó, sus ojos oscuros reflejando una mezcla de frustración y dolor.

Temor, sorprendido por la mención de su nombre, la miró fijamente. —¿Qué? —respondió, sin poder evitar el tono defensivo en su voz.

—He visto cómo la miras —dijo Desagrado, sintiendo que su corazón se apretaba—. No puedes ocultarlo. Cada vez que ella está cerca, es como si yo dejara de existir.

Las palabras flotaron en el aire como un veneno. Temor sintió cómo se retorcía por dentro, atrapado entre su propio deseo y la desesperación de Desagrado. Era un tira y afloja emocional que no podía soportar.

—Mira, solo quiero que sepas que realmente me importas —continuó Desagrado, y su voz se quebró

— Pero me duele verte actuar como si nada de esto hubiera pasado. Como si yo no hubiera estado aquí, siempre esperando, siempre en segundo plano.

—¿En serio? Ahora te importo —replicó Temor, la incredulidad apuñalando su pecho

— Recuerdas cuando te dije mil veces que te amaba, que estaba enamorado de ti, y tú hiciste lo que siempre haces: ignorarme. Y ahora, cuando estoy cerca de Ansiedad, ahora te importa.

Las palabras de Temor eran como cuchillos afilados, y Desagrado sintió el ardor de la verdad en su interior.

—Siempre he sido tu maldita segunda opción —dijo, su voz cargada de dolor

— Cuando te canses de Ansiedad, ahí estaré, como siempre, recogiendo las piezas.

Temor sintió cómo su corazón se desgarraba al escuchar esas palabras. Era la cruel realidad que siempre había evitado, y no podía dejar de pensar en cómo Desagrado había estado ahí, siempre presente, pero él había elegido mirar hacia otro lado.

—Desagrado, no es así —intentó explicarse, aunque su voz no tenía el peso suficiente para cambiar la verdad de sus acciones

— Esto es un desastre, y yo...

—¿No es así? —interrumpió Desagrado, las lágrimas asomando en sus ojos

— Siempre que hay alguien más, siempre hay otra. Cuando hablas de ella, me haces sentir como la otra mujer. Siempre terminando en segundo lugar, esperando por alguien que nunca me ve como su prioridad.

El dolor se convirtió en una ola que los envolvió a ambos, y Temor sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. Las palabras de Desagrado resonaban en su mente, golpeando su corazón con una fuerza implacable. La rabia se entrelazaba con el arrepentimiento mientras recordaba cómo le había confesado su amor, solo para ser ignorado.

—No sé qué más decir —murmuró, la frustración desgastando su voz.

Desagrado, con el corazón en la mano, miró a Temor y dejó escapar una risa amarga.

—Siempre he estado aquí para ti. Siempre he sido la opción secundaria. Nunca fui suficiente.

Finalmente, incapaz de soportar más, Temor dio un paso atrás.

—Esto no va a ninguna parte —dijo, su tono cargado de frustración

— Necesito aire.

—¿¡Y yo qué!? —gritó Desagrado, sintiendo que la desesperación se apoderaba de ella

—¿¡Vas a dejarme otra vez!? ¿Vas a dejarme ser tu maldita segunda opción?

Sin esperar respuesta, Temor se dio la vuelta y se alejó, dejando a Desagrado atrapada en un torbellino de emociones. Ella se quedó allí, sintiéndose más sola que nunca, deseando que las cosas fueran diferentes, deseando que él pudiera ver su verdadero valor.

Mientras se marchaba, el eco de sus palabras resonaba en su mente: siempre fue su maldita segunda opción. En ese momento, Desagrado se dio cuenta de que su corazón estaba roto, y que el amor que sentía por Temor había sido siempre un amor no correspondido.

Y así, la noche se sumió en un silencio desgarrador, donde el eco de las decisiones no tomadas y las palabras no dichas resonaban en el aire, dejando a ambos atrapados en un ciclo de dolor y añoranza.

¿Porque yo No?: La Historia de Temor Y Desagrado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora