Capitulo 2: Solo me pasa a mí

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Tocan la puerta*

— Ya voy— digo mientras salgo corriendo.

*Abro la puerta*

— Hola— saludo a mi madre y mi hermano que llegaban de las compras en la mano.

— Salam bnti — me saluda mi madre con 2 besos.

— Eh umpalumpa, ayúdame con las bolsas— me dice el loco de mi hermano.

— Tú eres hombre, que mucho dices que vas al gym y ya veo que no dos bolsas puedes coger— digo vacilandole mientras le ayudo a mi madre con las bolsas y subirlas con ella.

Subimos y dejamos la compra encima de la mesa y viene mi hermana a ayudarme a dejar todo en su sitio.

— Sara ven a ayudarme a subirme en la silla— llamo a mi hermana.

— Ya voy— responde ella dirigiéndose hacia la cocina

— Ven, agarrame la silla para poner la maquina está en la estantería— viene ella a agarrar la silla y...

— Cuidado— grita de repente y yo caigo de cabeza al suelo.

— Jajajajajajajja— se empieza a partir el culo y se tira conmigo.

— Aaaah — me agarro la cabeza porque no sé si reírme o llorar porque sentía un dolor impresionante.

— Malkum— viene mi madre corriendo hacia la cocina y me ve a mi en el suelo y mi hermana partiéndose de risa. Y al rato llega mi hermano y se empieza a reir más que mi hermana.

— ¿Estás bien?— me pregunta madre.

— Si, no te preocupes solo se me ha resbalado la silla— ella me mira preocupada y me ayuda a levantarme. Mis hermanos seguían riéndose.
Sinceramente me sentía mareada pero no quería preocupar a mi madre

— Vosotros reírnos que el último que ríe, ríe mejor — les digo y seguí con lo mío.

Después de un rato ya estaba bien y llamé a Leila para ir a rezar y estar tomando el fresco un poco.

— Hola— me contesta

— Hola, que tal— le pregunto mientras me tumbo en mi cama.

— Bien, aquí estamos y tu—

— Me alegro, bien. Oye tia quieres ir a la mezquita y salimos — digo cansada

— Si claro, en media hora nos vemos — dice ella

— Vale, nos vemos en el barco — le digo levantándome hacia mi armario.

— Vale— y cuelga.

Al rato ya estaba preparada fui a coger unas monedas que tenía en la cocina encima de la nevera y fui hacia mi madre para avisarle de que iba a ir con Leila a la mezquita y de allí a sentarnos un rato.

— Mamá, voy a salir con Leila. Primero vamos a la mezquita y después nos quedaremos afuera un rato— le digo.

— Vale, pero no tardes mucho — dice mientras esta sacando unas cosas del baño.

— Gracias, adiós — le voy un beso en la mejilla y ella sonríe.

En la puerta me pongo los zapatos y voy bajando y como no encuentro a mi hermano en la puerta justo saliendo.

— ¿A donde vas jirafa?— le digo y el se da mefi vueltas.

— ¿ Y tú dónde vas por la noche?— dice él. Como os dije, mi hermano a veces es muy protector.

— Voy a quedar con Leila para ir a la mezquita y de allí estar un rato tomando el fresco.— le digo.

— Ah, bien bien, si queres os llevo que yo también estoy llendi a la mezquita — mi familia nos crio muy bien la verdad, todo empezamos a rezar desde pequeños y aprendimos muchas cosas. Por ejemplo los chicos de hoy en día suelen estar  todos los findes de fiesta pero mi hermano nunca a pisado una discoteca y siempre a tenido un buen corazón y la verdad es ue yo y mis hermanos nos alegramos mucho de que nos hayan educado así.

— Vale, pues vamos a por Leila que está esperando en el banco y vamos juntos.

A los 5 minutos ya estábamos y Leila estaba esperando.

— Hola nena— saludo a mi amiga

— Hola — le saluda mi hermano con la mirada bajada, esa es una cosa que le enseño mi padre desde crío .

— Hola — dice mi amiga abrazamos.

— Vamos, que se va a hacer tarde — les digo a los dos y mi hermano se a delante de nosotras y yo y mi amiga nos quedamos atrás.

— Búa tía, lo que te tengo que contar, pero no te rías— le digo a mi amiga, pero se que se va a matar de la risa.

— A ver, dime — ya la veo sonriendo.
— Me e pegado tremenda ostia contra el suelo que flipas— le digo.

— Pero estás bien¿no?— dice ella. Esa no es la Leila que conozco a esta señora le pasa algo.

— Dime qué te pasa — le digo mirándole a los ojos.

— Bueno, déjanos primero rezar y después te cuento¿Vale?— sabía que le pasaba algo porque ella siempre a sido muy alegre.

— Vale — le digo mientras vamos entrando a la mezquita.
Al cabo de varios minutos terminamos nuestro rezo y salimos con todas las mujeres.

— Ven, vamos a comprar algo y nos vamos al banco — le digo caminando vuelta al banco donde nos encontramos.
Pasamos a la tienda que seguía abierta y cojimos unas pipas y unas chuches. Y al rato nos sentamos en el banco de siempre.

— A ver, cuéntame — le digo sentada con los pies cruzados y ella sentada normal.

— Primero, no te preocupes estaré bien y segundo me pondré bien — dice ella pero me quedo con más preocupación.

— Madre mía tía me estás poniendo nerviosa— me da miedo lo que saca a veces está chica de su boca.

— Hace días fui al médico, te acuerdas¿no?— dice mientras la veo jugando con sus manos.

— Si, y que te han dicho — le digo nerviosa

— Bueno me han detectado un problema en los pulmones — dice

— ¿Que dices?¿Cómo?¿Porque?— la corto

— Tranquila, tiene cura pero el problema es el dinero, ya que el tratamiento es un poco caro.— dice nerviosa.

— Hay madre , no te preocupes por el dinero, les diré a mis padres si te pueden prestar y yo tengo ahorros.— le digo ya que una vez nosotros también estuvimos en una mala situación y su familia nos ayudó.

— Pero es mucho, son cinco mil euros, mis padres tienen reunido 3 mil que eran ahorros pero nos quedan lo demás — dice con nerviosismo.

— Vale yo se lo comentaré a mis padres y te ayudaremos — me tiro hacia ella y le doy un abrazo porque con esta chica e vivido desde lo más bueno hasta lo más malo y sin ella no haría nada.

*Suena su móvil*

—¿Si?— responde

— Bnti, ya es tarde y mañana trabajáis. Ven a casa— le dices si madre

— Vale mamá, ahora voy.

— Vale y dale un beso de mi parte a Nihad — dice la madre y cuelga.

— Te manda saludos mi madre— dice

— Dale besos de mi parte.— le digo juntado mi mano con la de ella.

— Bueno, vamos a casa que mañana nuestro turno es de nueve a tres de la tarde — dice ella levantándose.

— Si, adiós cariño y cuidate— le digo mientras nos volvemos a abrazar.

— Tú también — me da un beso y cada aún va camino a su casa.

Siempre en mi corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora