Capitulo 8

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Cuatro días después del incidente

Se puede ver el séptimo escuadrón y a sus miembros disfrutando de un pacífico día estos últimos 3 días tanto Shushu como Himari se habían recuperado, Himari había reunido coraje dándole las gracias a Suguro por la ayuda que recibió en la pelea mientras que Shushu le había exigido un encuentro contra el para ver quien era más fuerte aunque no lo dijera quería ser más fuerte para una próxima oportunidad ser ella quien lo salve imaginando se a Suguro de rodillas con algunas heridas dandole las gracias por salvarlo mientras ella sonríe triunfante encima del Shuuky que habían enfrentado.

Nos alejamos a una montaña cercana donde se podía oir el sonido de rocas ser destrozadas y el aire ser cortado.

Suguro se sumerge en la oscuridad, rodeado de maldiciones que buscan destruirlo. Su alabarda, brilla con un resplandor tenue en su mano.

"Debo ser más fuerte", piensa Suguro. "No puedo darle el lujo de volver a perder."

*La primera ola de maldiciones llega*

Suguro se mueve con rapidez, esquivando ataques y contratacando con precisión. Su corazón late con fuerza producto de la adrenalina.

"No debo dudar", se dice a sí mismo. "Debo tener el control completo de mi poder."

*La segunda ola de maldiciones es más intensa*

Suguro siente la presión, pero no cede. Su alabarda se convierte en un extension de su cuerpo, moviéndose con velocidad y fuerza.

"Se uno con el entorno", susurra. "No puedo fallar."

*La tercera ola de maldiciones es casi abrumadora*

Suguro se encuentra al límite de su resistencia. Su respiración es agitada, pero su determinación no ceza.

"Los ataques varían según el tiempo pasa", piensa.

*La explosión final*

Suguro se lanza hacia adelante, su alabarda brillando con un resplandor intenso. La maldición final explota en una llamarada de energía maldita.

Suguro estaba satisfecho con el resultado, pero exhausto."Seis repeticiones" dijo cansado" almenos puedo manejar 47 maldiciones a la vez" sonríe

*El entrenamiento ha terminado*

Suguro se detuvo, exhausto, y miró su brazo, donde gotas de sudor resbalaban por su piel. Su frente también estaba cubierta de sudor, y se limpió con el dorso de la mano.

"Es hora de regresar", pensó, satisfecho con el resultado de su entrenamiento.

Gracias a sus maldiciones, que hacían el trabajo doméstico, Suguro podía dedicarse a descansar y recuperarse. Sonrió al pensar en cómo sus maldiciones limpiaban y organizaban su cuartel mientras él entrenaba.

Se dirigió hacia el cuartel, sintiendo el cansancio en sus músculos. Pero estaba satisfecho, sabiendo que su entrenamiento de muerte valia la pena.

Al entrar en el cuartel, Suguro se encontró con un ambiente tranquilo y ordenado. Sus maldiciones habían hecho un excelente trabajo.

"Gracias, chicos", dijo, sonriendo, refiriéndose a sus maldiciones.

Suguro se miró en el espejo, observando su ropa con detenimiento. Notó cómo el tejido se estaba desgastando en algunas zonas, especialmente en los codos y rodillas.

"Esto no puede seguir así", pensó, preocupado. "Mi uniforme está casi destrozado."

Sabía que encontrar un uniforme idéntico sería imposible. La tela y el diseño eran específicos.

Seré el más fuerte | Mato seihei no slaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora