Habían pasado solo unos días desde que Max se había ido, pero para mí, cada minuto sin él se sentía como una eternidad.
El sonido de las noticias resonaba en la televisión de fondo, pero esta vez no estaba puesto en un canal al azar, yo misma había puesto los canales de deporte, los cuales nadie en esta casa solía ver. Pero no me pude contener, ahora los titulares giraban en torno a Max. Rumores sobre su carrera, especulaciones sobre su futuro en la Fórmula 1 y, cómo no, chismes sobre posibles romances que los medios adoraban inventar.
No podía evitar sentir una mezcla de frustración y tristeza.
Aparecía en las pantallas como una figura imponente, sonriente, pero yo sabía que detrás de esas cámaras había mucho más. Sabía que todas esas palabras vacías y los rumores sin fundamento no le hacían justicia.
Max era más que los titulares, más que las suposiciones de gente que ni siquiera lo conocía.
Suspiré, tumbándome en el sofá mientras miraba el celular en mi mano.
Era difícil no pensar en él, en su sonrisa torcida, en cómo sus ojos brillaban cuando hablaba de cualquier cosa que le apasionara. Pero ahora, todo lo que sentía era una mezcla de miedo y angustia. Las carreras siempre habían sido su refugio, pero me preguntaba si estaba lidiando con todo esto como él solía hacerlo.
Deslicé el dedo por la pantalla de mi celular, pasando por las fotos que teníamos juntos. Había una en particular que siempre me hacía sonreír: nosotros dos en la playa, con los pies descalzos en la arena y el sol poniéndose detrás. Aún podía recordar la sensación de su mano en la mía, el calor de su piel contra la mía, y cómo por un momento, todo parecía perfecto.
Pero ahora, esa perfección se sentía tan distante, casi irreal.
Y hoy era más importante que cualquier otra carrera, porque era la carrera de Países Bajos, su carrera de casa, y sé que la presión debe estar sobre sus hombros.
De repente, el sonido de una videollamada entrante me saca de mis pensamientos. Mi corazón da un vuelco cuando veo el nombre de Max en la pantalla.
Dudé por un segundo, preguntándome si debería responder o si sería mejor evitarlo para no mostrarle lo mal que estaba. Pero, antes de darme cuenta, mi dedo ya había aceptado la llamada.
La imagen de Max apareció en la pantalla, con su sonrisa cansada pero genuina.
—Hola, Addie. —su voz sonaba suave, pero había algo en su tono que me indicaba que no estaba bien del todo.
—Maxie... —respondí, mi voz apenas un susurro, mientras trataba de ocultar las lágrimas que amenazaban con caer. —Te extraño tanto...
Max soltó un suspiro, asintiendo ligeramente. Pude ver cómo sus hombros se relajaban un poco, como si la simple conexión conmigo le diera un poco de alivio.
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Emails I can't send | Max Verstappen
FanfictionAddeline es una joven inquieta y con un alma insaciable, pero tiene un pasado trágico que no la deja seguir avanzando con su vida. Cuando cumple la mayoría de edad decide viajar con la idea de crecer y dejar las heridas del pasado atrás. Esperance...