-deep conversation.

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El sol se sumergía lentamente en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos mientras las olas rompían en la orilla.

Estábamos de pie al borde del agua, la arena tibia bajo mis pies descalzos, pero mi mente estaba en otro lugar.

Más bien estaba concentrada en una idea tonta que se había formado en mi cabeza mientras veía como Max juntaba caracoles de colores.

Una idea espontánea resonaba en mi cabeza como un eco persistente.

Junto a él, habíamos compartido risas y momentos bajo el sol, y a medida que los días avanzaban, la conexión entre nosotros se volvía más fuerte.

Los mensajes y encuentros casuales en la playa habían tejido un hilo invisible.

Entonces, tal vez no sea tan ridícula la idea que tenía.

Miré a Max, cuya mirada centelleante reflejaba la luz dorada del atardecer.

―Max. ―llamé su atención, mi voz titubeó. ―¿Te gustaría cenar en mi casa esta noche?

Las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas, de manera torpe pero genuina, y de forma instantánea me arrepentí.

Por un instante, una gran ola de nervios recorrió todo mi cuerpo.

Joder, ¿Qué estaba pensando? ¿Era esto demasiado precipitado?

Mis mejillas se calentaron, y mis ojos se encontraron con los suyos, buscando una señal de su reacción.

Aunque la idea de tener a Max en mi casa me emocionaba, también sentía un nudo de nervios en el estómago. No era solo el hecho de compartir mi espacio personal, sino la anticipación de pasar más tiempo a solas con él.

Mis inseguridades se agitaban como las olas a mi alrededor.

¿Estaría cómodo en mi casa? ¿Le parecería tonta la idea?

Mientras mis pies se hundían en la arena, intentaba no parecer asustada delante de él.

Pero lo estaba, estaba aterrada por su respuesta.

Max, en lugar de sorprenderse o dudar, dejó escapar una risa encantadora. Sus ojos brillaban con entusiasmo, como si la idea le pareciera tan emocionante como a mí.

―Me encantaría, Addie. ―respondió con una sonrisa amplia.

La sonrisa de Max, su entusiasmo genuino, alivió parte de mis preocupaciones. La tensión que había sentido segundos antes se disipó, reemplazada por una oleada de tranquilidad.

Dijo que sí, pensé.

―Perfecto, entonces. Nos vemos esta noche. ―dije, tratando de recuperar mi compostura.

Aunque la idea inicial había sido casi un impulso, ahora me sentía ansiosa por compartir un momento más íntimo con él.

Con la sonrisa todavía en su rostro, asintió y se despidió con una ligera inclinación de cabeza.

Emails I can't send | Max VerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora