Avanzaba por las calles de aquella ciudad como un fantasma; sola, indecisa, envuelta en un sonido que solo ella escuchaba, su música.
Las tardes de lluvia se convirtieron en una rutina, salir a da una vuelta, un café, leer y volver a casa, con sus cascos; todo era completo.
Cuando empezaba aquella canción Broken de Jake Bugg, todo cambiaba. El paso se volvía más lento, y las lágrimas empezaban a derramarse por las mejillas de aquella pequeña, la pequeña a la que llamaba enana, la pequeña a la que le prometieron un siempre pero que nunca se cumplió, la enana que sonreía por un motivo, más que un motivo por una persona.
La pequeña se convirtió en un ángel y nunca le abandonó.
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