Las cosas en casa no fueron mejores.
María Corina llegó completamente destrozada. Intentó llorar en silencio de camino a su habitación para que nadie la escuchara, y durante quince minutos lo único que pudo hacer fue sollozar contra su almohada.
Lloraba por su corazón roto, por ella, por Vicente, porque tenía un montón de cosas en la cabeza. Lloraba porque quería llamar a alguien, pero al mismo tiempo sabía que Mónica se lo había prohibido por una razón.
Lloraba porque le dolía, pero sabía que no podía comparar nada de eso con la forma en la que Mónica se sentía.
No sabía cómo ella se sentía.
Se preguntó cuántas veces una situación como esa había afectado la vida de la ojiverde. Se preguntó si alguien lo sabía. Se preguntó cuántas cosas escondía.
-. ¿También has tenido un mal día?
Habría reconocido la voz de Sara en cualquier lugar o situación, pero debía admitir que el tono triste acompañando sus palabras no era algo típico en ella.
Agradeció compartir departamento con sus amigas, no le importaba que fueran algunos días, las necesitaba.
A veces María Corina olvidaba que las otras personas también podían tener días malos.
-. ¿Quieres un abrazo? Yo necesito uno también -, ofreció la más grande, quien lloraba bajo las mantas ingresando a la habitación.
María Corina corrió hacia ella. Sabía cuánto podía ayudarla un abrazo, y en esos momentos ambas parecían necesitar mucha ayuda.
-¿Por qué lloras, Sara?
Preguntar también ayuda. Lo sabía.
-. Si tú me dices tus razones yo te diré las mías.
María Corina suspiró y se limpió las lágrimas. Era un buen trato para ella, y no podía negarse ante uno en esa situación en la que se sentía tan culpable y destrozada.
Si tan solo no hubiese ido ese día.
Si tan solo no hubiese aceptado ese jugo de cajita.
Si tan solo no hubiese tirado de la chaqueta de aquel hombre.
Todo era su culpa. Lo sentía. Aun así, Mónica había estado dispuesta a protegerla de Vicente.
Era su culpa. Lo sentía. Aun así, quién sufría no era ella.
-. Es Mónica.
Aun no quería hablar del resto. No estaba lista para ello.
-. ¿Y tú por qué lloras?
Sara la miró, y había un corazón roto en sus ojos.
-. Tito y yo terminamos.
Recibió un mensaje de texto esa noche. Podía escuchar los sollozos de Sara, quién estaba siendo consolada por Delsa, a solo unos pasos, pero en ese momento otra persona también estaba rota.
Y no era precisamente la escritora.
"Estoy bien" Fue lo primero que le escribió la pintora, pero realmente no lo parecía.
Quien está completamente bien no lo dice, sabía María Corina. Quien está completamente bien solo lo está.
"¿Qué te hizo, Mónica?"
"Estoy bien, Coco." Incluso por mensajes sus preguntas eran ignoradas.
"Tienes que denunciar algo así. Lo que sucedió no es legal, Mónica, y tampoco es bueno para ti."
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Shameless ©
RomanceSu primera cita no fue típica, tampoco la segunda y mucho menos la tercera. Ella no era típica y su historia tampoco lo seria. Basada en: María Corina Machado. Empezada el 09/01/2016 Terminada el 18/06/2016