08: Pólvora.

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Wade despertó en medio de la madrugada, con el peso de sus pensamientos aplastándolo. Sentía su corazón acelerado, el sudor frío cubriendo su piel y la mente corriendo en todas direcciones. Se levantó con sigilo, tratando de no hacer ruido mientras se deslizaba fuera de la cama. Logan dormía profundamente a su lado, sin sospechar lo que pasaba por la cabeza de Wade.

Wilson se dirigió al sofá, donde se dejó caer con un suspiro. No sabía qué hacer, no tenía un plan, pero una cosa era clara: estaba aterrado. Estaba completamente asustado por lo que sentía, por lo que significaba, y la única solución que su mente le daba era huir. Alejarse de esas cuatro paredes que lo atrapaban. Y lo peor de todo, alejarse de él. Porque lo amaba. Amaba a Logan más de lo que jamás había amado a nadie, y eso lo aterrorizaba.

Los recuerdos de una llamada reciente invadieron su mente. Las palabras frías e implacables seguían resonando: "Nunca es suficiente". Una parte de Wade sabía que esas palabras no venían de Logan, pero el miedo las había interiorizado. ¿Qué pasaría si, en efecto, nunca sería suficiente para él?

Sin pensarlo mucho más, Wade se levantó del sofá y caminó hasta el armario, sacando una bolsa de viaje. Abrió el armario con manos temblorosas, metiendo todas sus prendas dentro sin detenerse a pensar. Los movimientos eran rápidos, como si el simple hecho de ir más lento lo hiciera cambiar de idea. Se vestía a medida que recogía sus cosas, siempre con una mirada furtiva hacia la puerta de la habitación.

Finalmente, se detuvo frente a esa puerta. Desde allí, podía ver a Logan dormido, respirando tranquilo, ajeno a lo que estaba por ocurrir. El corazón de Wade se hizo un nudo en su pecho, y por un segundo, pensó en detenerse. Pero la voz de su padre resonaba en su cabeza, haciéndolo sentir como el mismo hombre al que siempre había odiado.

Wade cerró los ojos con fuerza, intentando ahogar los pensamientos. No quería ser como él, pero sabía que, de alguna manera, ya lo era. Un hombre que abandona a quienes ama. Se maldijo internamente, sintiendo que el miedo se apoderaba de él de nuevo.

Arrugó las cejas, luchando contra el nudo en su garganta, y dejó caer su bolsa junto a la puerta mientras buscaba algo para escribir. Encontró un pedazo de papel y, con manos temblorosas, escribió una nota apresurada. Era sarcástica, amarga, un último intento de mantener el tono despreocupado que siempre usaba para esconder lo que realmente sentía.

La dejó sobre la mesa de la cocina, en un lugar donde Logan pudiera verla apenas despertara. Sabía que esa nota no decía lo que realmente pensaba, pero ¿cómo podría? Admitir que estaba aterrorizado, que lo amaba más que a nada, y que el miedo a lastimarlo lo estaba consumiendo, sería demasiado.

Wade se detuvo en la puerta de la habitación una última vez, girando para mirar a Logan. Este seguía profundamente dormido, ajeno al caos en la mente de Wade. Un rayo de culpa lo atravesó, pero sabía que no podía quedarse.

Con un último suspiro, Wade cerró la puerta detrás de él. Afuera, la noche era fría y vacía, tal como se sentía su pecho.

Antes de que siquiera pudiera abrir la puerta del apartamento, Al apareció detrás de él, con esa mirada sagaz que siempre lo había acompañado.

—¿Huyes otra vez? —dijo con un tono de desaprobación que a Wade le resultaba demasiado familiar.

Él apretó los labios, evitando mirarla directamente. No podía explicarle, ni a ella ni a nadie, lo que sentía. Ni siquiera a Logan. Tal vez porque si lo decía en voz alta, la verdad sería demasiado pesada. Se frotó el rostro con las manos y soltó un suspiro.

—No lo entiendes, Al... —murmuró, sin girarse. Las palabras estaban cargadas de desesperanza, como si fuera la única verdad que conocía—. Solo dile que estoy bien.

Al no dijo nada más, pero Wade sintió su mirada clavada en su espalda mientras abandonaba el apartamento. No podía quedarse, no podía enfrentarse a Logan ni a lo que sentía. Tenía que huir, como siempre lo hacía. De todo.

Bajó las escaleras del edificio rápidamente y salió a la calle desierta, respirando el aire frío de la madrugada. El primer autobús que frenó fue su escape, un vehículo al que subió casi sin pensarlo. Sabía que el destino no importaba, siempre terminaría en el mismo lugar. Era cuestión de tiempo.

Se sentó en el último asiento, con la cabeza apoyada en la ventana, mirando sin ver cómo las luces de la ciudad se desvanecían en la distancia. Todo esto lo llevaba siempre al mismo lugar: una vieja casa, el único sitio al que nunca había querido volver, pero al que siempre terminaba yendo.

Las puertas del lugar estaban desgastadas, el metal oxidado y el polvo cubría el suelo. Era obvio que nadie había puesto un pie allí en mucho tiempo. Wade caminó por el pasillo familiar, deteniéndose en la sala donde había pasado los peores momentos de su infancia. Cada rincón de esa casa le recordaba lo que tanto había tratado de olvidar: al pequeño Wade Wilson, roto, lleno de miedo, esperando algo que nunca llegaría.

Se dejó caer en el sofá polvoriento, cerrando los ojos mientras su mente lo arrastraba de vuelta a esos días. Era imposible escapar de aquello. Wade odiaba a su padre más que a cualquier persona en el mundo, pero, por más que lo intentara, siempre acababa siendo una maldita réplica de él.

—Mierda... —murmuró, apretando los puños, con el eco de las palabras de su padre resonando en su cabeza. Las mismas palabras que había escuchado una y otra vez. Nunca serás suficiente.

El primer día fue un tormento, una pesadilla de la que Logan no podía despertar. Pasó las horas recorriendo cada rincón, cada lugar que podría haber sido el refugio de Wade, pero nadie sabía nada. Ningún rastro, ninguna señal. Era como si Wade Wilson hubiera desaparecido por completo.

Para cuando llegó al apartamento, eran las dos de la madrugada. Estaba agotado, física y mentalmente. Entró a la habitación y se dejó caer en la cama, con la cabeza entre las manos. Su mente giraba en círculos, con preguntas que no podía responder. ¿Dónde demonios estaba? ¿Por qué lo había dejado?

Al apareció en el marco de la puerta, lo que fue una sorpresa, ya que rara vez estaba despierta a esa hora. Lo que le dijo, sin embargo, lo desconcertó aún más.

—Está bien —murmuró, como si eso bastara para calmar la tormenta en su pecho.

Logan la miró con incredulidad, sus ojos brillando de furia contenida. ¿Cómo podía saberlo? ¿Cómo diablos podía estar tan segura de que estaba bien cuando él estaba a punto de romperse? Si estaba bien, entonces, ¿por qué había huido? ¿Por qué después de todo lo que habían compartido, todo lo que habían vivido? ¿Por qué, después de haberlo hecho suyo una y otra vez, en cuerpo y corazón?

La rabia lo quemaba por dentro, cada pregunta se clavaba como una espina. Quería destrozar algo, cualquier cosa. Sentía el impulso primitivo de destruir, de liberar el dolor que lo carcomía. Y lo hizo. Golpeó la pared con tanta fuerza que el dolor recorrió su brazo, pero no le importó. Nada lo calmaba, porque carajo, dolía.

Había pasado un mes. Un mes sin ninguna señal, sin una maldita pista del hombre que amaba. Y ahí estaba Al, diciéndole con una fría indiferencia que Wade estaba bien, como si eso fuera suficiente. Como si su dolor no importara.

Y si Wilson estaba bien, entonces, ¿qué demonios había hecho mal para que se fuera? Logan se lo preguntaba una y otra vez, en una espiral que no tenía fin. ¿Acaso siquiera había sido amor? Las dudas lo estaban consumiendo. ¿Lo sentía de verdad? ¿Lo amaba como dijo que lo hacía? Cada segundo que pasaba, Logan comenzaba a dudar más.

No quería dudar de Wade, pero la ausencia, el silencio... todo eso lo estaba volviendo loco. Los recuerdos de sus momentos juntos, de las veces que Wade lo había mirado como si él fuera lo único en el mundo, ahora parecían vacíos. ¿Había sido todo una mentira? ¿Había confundido el deseo con algo más profundo?

La mente de Logan daba vueltas, enredándose en una maraña de pensamientos oscuros. Si Wade lo amaba, entonces ¿por qué lo había dejado? ¿Por qué le había hecho esto, haciéndolo sentir como si no fuera suficiente?

Cada día que pasaba sin una respuesta, sin una razón, lo hacía sentir como si el suelo se desmoronara bajo sus pies.

Enamorado Tuyo (Poolverine).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora