05: Todos los polvos del mundo

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Los rayos de sol entraban por la gran ventana de la habitación, despertando poco a poco a la rubia que se encontraba aferrada a una de las almohadas de James. Ella se giró, esperando encontrarse con él y se llevó la gran sorpresa de que estaba en su habitación, por un momento pensó que era un sueño hasta que se dió cuenta que no.

Escuchó unos pasos acercarse por lo que fingió estar dormida hasta que la puerta se abrió. — Cata. — La llamó por su apodo en voz baja, sentándose en el borde de la cama, viéndola "dormir" — Oye. — La removió levemente y ella fingió despertarse. — Buen día. — Saludó aún adormilada, con los ojos entreabiertos hasta que él se acercó a su rostro para dejar un beso en su mejilla. — ¿Cómo te sientes? — Preguntó mientras acariciaba su pelo. — Siento que la cabeza me va a explotar. — Confesó entre pequeñas risas, haciendo reír al pelinegro. — Tranquila que yo le tengo la solución para ese guayabo tan maluco. — Se levantó para después salir de la habitación y minutos después, regresar con su desayuno en una bandeja de madera para después ponerla sobre la cama. — Nos levantamos muy románticos hoy, pues. — Pasó ambas de sus manos por su rostro, quitando las lagañas de sus ojos con disimulo.

— A mi siempre me ha gustado ser detallista con usted. — Al escucharlo, una sonrisa se formó en el rostro de Catalina. — ¿Usted ya desayunó? — James asintió levemente. — ¡Mami! — Escuchó la voz de Samuel y al mirar a la puerta lo vió corriendo hacia ella pero se tropezó con la alfombra por lo que Betancourt se levantó totalmente emocionada al verlo y corrió hacia él para cargarlo y dejar varios besos en su rostro. — ¡Mi vida! No sabes lo mucho que te extrañé. — Lo abrazó y Samuel hizo lo mismo, esbozando una gran sonrisa al volver a verla. — ¿Ya te dió de desayunar tu papá? — Él negó con la cabeza y Catalina se volteó a ver a James, el cual se encogió de hombros con una sonrisa.

Ella se sentó a desayunar con Samuel mientras conversaba con James. — Extrañaba estar así con usted. — Mencionó ella. — ¿Así cómo? — Preguntó el colombiano, robandose una fresa. — Así como antes. — Antes de que dijera algo más, los labios del mayor ya estaban sobre los suyos. — ¡Papi! — Samuel intentó alejarlo en un pequeño ataque de celos y Catalina rió entre el beso, separándose de a poco. — ¿Qué pasa? — Volvió a preguntar el pelinegro, mirando a su primogénito. — Mami mía. — Se cruzó de brazos con el ceño fruncido y James por querer hacerlo enojar más, volvió a besar a la rubia para después salir corriendo de la habitación mientras Samuel corría atrás de él. Catalina se echó a reír y siguió desayunando con tranquilidad.

Antes de que saliera de la habitación, James y Samuel volvieron a aparecer. — Ya nos reenconciliamos. — Dijo James con una sonrisa, sentándose en el borde de la cama con el niño en sus piernas. — Mejor pues, así ayudan a limpiar la casa con tremendo regero de juguetes que tiene usted señorito. — Señaló a Samuel y él se hizo el desentendido. — ¿Yo? — Preguntó mientras llevaba ambas de sus manos a sus mejillas, fingiendo sorpresa. — Sí señor, usted. — David rió bajo. — Usted no se reía que también va a tener que ayudar. — Samuel empezó a reírse. — Ya vuelvo, me voy a bañar y cuidado con comerse los dulces que están guardados, ¿Oyeron? — Asintieron al mismo tiempo para después salir de la habitación.

Catalina se fue a dar un baño de agua fría, esperando que eso le calmara un poco la resaca que tenía. — ¡Mami! — Samuel dió tres golpes en la puerta. — ¿Qué pasó, mi amor? — Preguntó mientras se duchaba, cerrando la llave para poder escucharlo. — ¡Papi no me quiere ayudar a recoger juguetes! — En eso, Samuel entró asustado al baño al escuchar a su padre gritar su nombre. — Quédese aquí que ya voy, espérame un momentito. — Él asintió, sentándose sobre la tapa que cubría el inodoro. — ¡Samuel! ¿Dónde se metió? — James entró al baño, con el ceño fruncido y justo en ese momento Catalina había terminado de bañarse y estaba en toalla. — Va y le ayuda al niño a recoger los juguetes que a los dos los mandé. — El colombiano y el pequeño se dieron una breve mirada. — Bueno señora. — Respondió James para después salir del baño con Samuel.

Amigos con Derechos | James Rodríguez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora