09: Ay James David

259 21 1
                                    

Catalina sintió todo el peso del mundo sobre sus hombros desaparecer en aquel abrazo. James la envolvía en sus brazos con fuerza, aferrándose a ella y escuchándola llorar o bueno, ambos estaban llorando pero aquel contacto físico se sintió como si fuera lo último del mundo. Aquella escena era tan devastadora como íntima al mismo tiempo, ninguno se había permito llorar frente al otro de la misma manera que lo estaban haciendo en ese momento pero ahora, la conocían más que a nada.

El llanto de Catalina se fue calmando poco a poco y James se alejó lentamente de ella, limpiando sus lágrimas con ambos pulgares para después darle una pequeña sonrisa. — ¿Por qué ella sí y yo no? — Betancourt seguía borracha pero su pregunta dejó desconcertado al colombiano. — Porque en ese momento estaba ciego y no sabía lo que quería. — La rubia desvío su mirada, respirando profundamente y exhalando lentamente para evitar derramar más lágrimas y poder calmarse. — ¿Al menos piensas en mí? — Una pequeña sonrisa se formó en el rostro de David. — Yo siempre estoy pensando en usted. — Catalina se acercó a él, tomándolo del cuello para después besarlo.

James correspondió de inmediato. El beso fue tranquilo, sin segundas intenciones pero el colombiano la tomó del cuello para profundizar el beso y después separarse. — Extraño tus besos y extraño lo que teníamos antes. — Rodríguez la miró con tristeza, acariciando su mejilla con suavidad. — Yo también. — Admitió con un susurro, mirándolo fijamente.

Eran de esos días de piscina en donde todo estaba calmado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Eran de esos días de piscina en donde todo estaba calmado. Catalina, por su parte, había terminado con Richard y decidieron quedar como amigos, aunque al principio los dos estaban rehusados a dejarse, lograron conocer a alguien más. Entre ella y James, las cosas estaban bien, volvieron a la antigua rutina de verse todos los días y pasar noches durmiendo juntos pero sin embargo, los sentimientos que se creían olvidados regresaron más fuertes que nunca. 

- Que calor tan hijueputa. - La voz del colombiano la sacó de sus pensamientos. - Uy hermana, tremendo viaje astral en el que estaba, ¿En qué tanto pensaba? - Preguntó con curiosidad y ella rió levemente. - Puras bobadas. - Se encogió de hombros con una sonrisa. - Mami. - Samuel se acercó a ella con el protector solar. - ¿Qué pasa, corazón? - Se agachó a su altura y peinó su cabello. - ¿Me ayudas con la crema? - La rubia asintió y untó un poco de crema protectora para después ponerla en su rostro y en todo su cuerpo. - Cuidado con irse tan hondo que después se ahoga, ¿Sí? - El pequeño asintió para después irse a la piscina y sentarse en las escaleras de allí. 

- ¿A mí también me ayudas? - Preguntó el pelinegro con una sonrisa y ella lo miró, soltando un suspiro. - Hágale pues. - Se acercó a él y pasó un poco de bloqueador solar por su rostro con cuidado. - ¿Por qué Samuel no fue a la escuela hoy? - Preguntó el colombiano. - Me dijo que se sentía mal y pues, no lo quise mandar. - Se encogió de hombros. - Claro, y usted le creyó. - Catalina lo miró con el ceño fruncido y antes de que ella pudiera hablar, él la interrumpió. - Ay James David, deje de ser tan fastidioso que el niño nunca falta a la escuela. - Imitó su voz aguda, haciéndola reír. - Pero el niño nunca falta a la escuela. ¿O me va a decir que sí? - Él rodó los ojos. 

Amigos con Derechos | James Rodríguez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora