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Félix no era el tipo de persona que se hacía notar. Con su cabello rubioo que caía ligeramente sobre sus pecas y su expresión calmada, siempre parecía perdido en su propio mundo. Pero lo que más destacaba de él eran sus ojos: grandes y claros, siempre reflejando algo más profundo que lo que dejaba ver.

Era fácil ignorarlo. La mayoría lo hacía. Pero eso cambió el día que alguien descubrió cuánto dependía de su madre. Ese vínculo que para él lo era todo, para los demás se convirtió en motivo de burla. Las risas y los murmullos comenzaron a seguirlo donde fuera. Y a medida que aumentaban, Félix se fue encogiendo más en sí mismo, como si con el tiempo pudiera desaparecer.

Hyunjin, con su altura imponente, su piel suave y ese cabello oscuro que siempre estaba perfectamente en su lugar, no era más que un espectador lejano.

En la primaria, Félix y Hyunjin solían ser inseparables. Pasaban los recreos juntos, compartían secretos, risas, y hasta peleas por cosas insignificantes. Pero todo eso se desvaneció en la secundaria. Sin una razón clara, dejaron de hablarse, como si la vida hubiera trazado una línea entre ellos que ninguno se atrevió a cruzar. Ahora, en la preparatoria, apenas se miraban. Félix, más reservado que nunca, y Hyunjin, envuelto en su propio mundo, lleno de amigos nuevos, responsabilidades y expectativas.

Hyunjin estaba revisando su casillero, acomodando unos libros, cuando una sombra se detuvo a su lado. Giró la cabeza y, para su sorpresa, ahí estaba Félix. Su antiguo amigo, con las manos aferradas a unos anteojos rotos y los ojos hinchados por las lágrimas. El pánico en su rostro era tan evidente que a Hyunjin le costó respirar por un segundo.

Por un instante, recordó al Félix de la primaria, el chico alegre que siempre tenía una sonrisa, que nunca parecía necesitar nada más su compañía y unos cuantos amigos. Pero este Félix era diferente, roto. Vulnerable.

"Hyunjin... por favor, ayúdame...", la voz de Félix se quebró en el aire, un murmullo apenas audible.

Hyunjin frunció el ceño, desconcertado. ¿Qué demonios pasó? pensó, pero antes de que pudiera formular una pregunta, un grito resonó en el pasillo. Era una mujer. Hyunjin no necesitaba verla para saber de quién se trataba.

La madre de Félix.

Félix tembló, limpiándose las lágrimas apresuradamente con las manos mientras su madre avanzaba hacia ellos. Su voz estaba cargada de ira, su rostro rojo por la furia.

"Mi mamá... está muy enojada conmigo. Me rompió los anteojos," susurró Félix, con una desesperación que erizaba la piel. "Por favor, no dejes que me encuentre. No puedo volver con ella ahora."

El corazón de Hyunjin latió con fuerza, sintiendo la urgencia en cada palabra de Félix. Asintió rápidamente. "Ven conmigo," dijo, sin pensarlo dos veces.

Lo llevó al pequeño cuarto de limpieza, donde Félix se agachó en una esquina, abrazando sus rodillas. Temblaba como una hoja al viento. Afuera, la voz de su madre resonaba con más fuerza.

"¡Félix! ¡SÉ QUE ESTÁS AQUÍ!"

Hyunjin se tensó cuando la puerta se abrió de golpe. Se plantó frente a la mujer, que lo fulminaba con la mirada.

"¿Dónde está ese mocoso? ¿Lo has visto?", escupió, su voz áspera.

Hyunjin tragó saliva, tratando de mantener la calma. "Sí, señora. Se fue por el pasillo de la derecha."

Ella lo miró con desconfianza, pero tras unos segundos, soltó un bufido de frustración y se alejó.

Hyunjin esperó a que se fuera antes de abrir la puerta. "Ya se fue," susurró.

Félix levantó la cabeza, sus ojos aún llenos de lágrimas. "Gracias, Hyunjin... no sé qué habría hecho si me hubiera encontrado."

Hyunjin lo miró en silencio. Algo en él había cambiado al ver a Félix así, desmoronándose frente a él. Este no era el chico tranquilo que veía en clase. Era alguien que estaba atrapado en una pesadilla.

"Yo... quiero irme de mi casa..." Félix bajó la mirada, su voz casi inaudible. "No la aguanto más."

Hyunjin sintió el nudo en su garganta apretarse. ¿Qué está pidiendo? No tenía idea de qué hacer, pero una cosa era clara: Félix no podía volver a ese lugar. No así.

"Por favor... ayúdame," suplicó Félix, su voz estaba llena de desesperación. "Haré lo que sea... pero no me hagas volver allí."

Hyunjin lo miró por un momento, su corazón acelerado. No sabía cómo, pero algo dentro de él le dijo que no podía dejarlo solo.


A Tu Lado, Siempre_ Hyunlix Donde viven las historias. Descúbrelo ahora