Capitulo 11

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Camino a Casa

XXX

Había pasado un mes desde el fatídico incidente con los dos demonios en la Ciudad Santa. En ese tiempo, Asta había logrado recuperarse de la mayoría de sus heridas, aunque la completa sanación de su cuerpo tardaría más de lo que él hubiera deseado. Aún caminaba con dificultad, apoyándose en su bastón, pero al menos ya no dependía tanto de él como al principio.

—Entonces... te marchas —dijo Juliana en voz baja mientras caminaba a su lado por los jardines del palacio. El aroma de las flores y el suave canto de los pájaros no lograban aliviar la tensión que se sentía en el aire.

Asta asintió, su paso aún torpe, aunque Juliana lo ayudaba sosteniéndolo del brazo.

—Debo regresar a Vorig. Tengo que informar que el tratado finalmente está cerrado —respondió Asta.

—Entiendo... Aunque me gustaría que te quedaras más tiempo para tu completa recuperación —Juliana lo miró de reojo—. Pero algo me dice que no vas a querer.

Asta dejó escapar una risa suave, que resonó en el ambiente como un eco distante.

—Lo siento, pero es un poco frustrante estar encerrado en un palacio... sin ofender.

Esta vez fue Juliana quien rió. Su risa era ligera, casi contagiosa, aunque aún tenía un trasfondo de tristeza que nunca había desaparecido del todo.

—No te preocupes, te entiendo perfectamente —dijo, deteniéndose por un momento. Miró a Asta con seriedad, sus ojos claros reflejando una mezcla de emociones—. Nos volveremos a ver, ¿cierto?

Asta la miró por un instante antes de asentir con firmeza.

—Tenlo por seguro —dijo—. Además, te prometí que te ayudaría a encontrar a ese demonio.

Juliana asintió, aunque había algo en su expresión que a Asta le pesaba. Ella no solo había decidido seguir su mismo camino de venganza; lo había hecho con una determinación que le recordaba su propia promesa, y eso le causaba una sensación de culpa. Sabía que aquel camino no era uno fácil, y, al igual que él, Juliana acabaría sufriendo por esa carga.

Después de unos momentos de silencio, Juliana cambió de tema.

—Por cierto, Sir Asta... Espero que no le moleste, pero he dispuesto que una escolta lo acompañe en carruaje hasta la ciudad fortaleza de Waal. A partir de ahí, tendrás que cruzar la frontera hacia el norte sin su compañía.

—Lo aprecio, princesa, pero no es necesario... —respondió Asta, aunque sabía que difícilmente convencería a Juliana de lo contrario.

—No, no puedo dejar que deambules en esa condición por todas las regiones centrales —dijo Juliana con una leve sonrisa, aunque su tono era serio—. Además, acortarás el viaje. Lo que normalmente tomaría 4 meses, lo harás en solo 3 meses —añadió, levantando tres dedos en un gesto enfático.

Asta suspiró con resignación. No había forma de ganarle a Juliana cuando se trataba de decisiones como esa.

—Bien, no creo poder hacerte cambiar de opinión —dijo al final, con una pequeña sonrisa en su rostro.

—No —respondió Juliana, cubriéndose la boca con una mano para ocultar una risa juguetona.

Ambos caminaron en silencio durante un rato, disfrutando del tiempo que les quedaba antes de que Asta partiera.

XXX

Finalmente, después de un par de días de preparativos, Asta partió de la Ciudad Santa. La despedida había sido rápida, casi silenciosa, pero cargada de todo lo que no se dijo en palabras. Asta no necesitaba más, pues entendía que las miradas y gestos entre él y Juliana hablaban por sí solos.

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⏰ Última actualización: Oct 10 ⏰

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Sombras Pasadas (Black Clover X Sōsō no Frieren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora