Capítulo 11: Detonante de Cambio

69 5 2
                                    

 Izuku corría a la panadería, y al llegar se formó en una fila que avanzó a un ritmo que parecía de tortugas, pero en realidad eran los nervios que tenían al chico tenso. Hizo el pedido y salió del establecimiento tan apurado que olvidó el pan en el mostrador, antes de saltar usando el One for All, una vendedora logró alcanzarlo y devolverle las piezas ordenadas. Agradeció y avanzó usando sus Kosei para llegar cuanto antes. Había tardado menos de diez minutos, pero le habían parecido más de treinta. Abrió la puerta y buscó signos de problemas, que no existían. Su madre y su novia estaban sentadas lado a lado en el sillón de dos cuerpos, y parecían estarla pasando bien, cosa que lo alivió, pero se estremeció al ver el objeto que compartía lugar en el regazo de ambas.

- ¿E-e-ese es un álbum de fotos? - preguntó esperando que la respuesta sea negativa, pero no fue así.

- Claro, le mostraba a Ochako algunas fotos tuyas de bebé. - declaró su madre, y sintió que sus orejas le ardían.

- Eras tan adorable, Deku-kun - dijo su novia, y por un momento, deseó seguir en la fila de la panadería.

 Por suerte para ambos, el resto de la velada fue increíblemente agradable. Inko estaba mucho más relajada y la chica le había agradado, después de todo, si alguien era capaz de ver lo bueno en su hijo, en definitiva tenía buen gusto. La cena consistió de hamburguesas caseras, las cuales disfrutaron juntos, mientras continuaba la conversación que fluía en varios temas.

- Me agradas, Ochako Uraraka-san - estableció Inko, haciendo a la chica sonreir tímidamente - Hasta estaría dispuesta a que te convirtieras en mi hija. - el comentario hizo que la pareja se sonrojara, pero interiormente les gustó oírlo.

 La hora pasó, y llegó la hora de que la castaña regrese a su casa, y por supuesto, Izuku la acompañaría. Otra vez usaron la oportunidad de entrelazar sus dedos mientras avanzaban por el camino. Conversaban, reían y compartían. Al llegar a la estación, subieron juntos al tren, pues el muchacho estaba dispuesto a acompañarla todo lo que pudiera.

 Estando ya más cerca del departamento en el que vivían los Uraraka, Izuku se detuvo, llamando la atención de su acompañante. Lo miró, el cual tenía la mirada baja, y antes de buscarla, el chocolate en los ojos de ella se encontró con las esmeraldas de él. Casi como si algo los empujara con suavidad, se acercaron un poco, y en un gentil arrebato, el chico la rodeó en un abrazo. Fue inesperado, pero agradable, sorpresivo pero reconfortante. Midoriya había tomado muchos cuidados y distancias en ese tiempo juntos. Más que tomar la mano o compartir alguna golosina, no habían tenido acercamientos, y mentirían si dijesen que no querían algo más. Ese abrazo era el primer gran acercamiento en un tiempo.

- Perdóname por esto, Uraraka-san - se disculpó el chico, y acotó - De verdad tenía ganas de esto. - la chica correspondía el gesto, abrazándolo también. Se mantuvieron así varios segundos, los cuales se convirtieron en un minuto, y solo acomodaron sus brazos para no alejarse del todo.

- Gracias, Deku-kun - en verdad no quería soltarlo, y se sentía como flotando. Su Individualidad le permitía flotar pero con la sensación de vomitar, pero por primera vez, lo hacía sin náuseas. ¿Cómo podía ser tan agradable? Habían tenido acercamientos físicos no románticos durante su tiempo juntos, como cuando hicieron algunas pruebas de supervivencia, o durante los enfrentamientos contra la clase 1B, donde ella lo había sujetado mientras perdía el control de sus Látigos Negros. Esos momentos habían sido agradables y fuente de sonrojos, pero no se comparaban con el acercamiento actual. Lamentablemente, debían separarse. Pero unos segundos más no dañaría a nadie, por lo que siguieron así. Para su ligera decepción, Ochako sintió a su compañero crear distancia. Las miradas volvieron a encontrarse. La cercanía del abrazo hacía que estuvieran a pocos centímetros del otro, sintieron la respiración del otro en la cara. Era una sensación extraña pero les agradaba. No creían que pudiese haber algo de la otra persona que no les gustase. Y los ojos parecían brillar al encontrarse, generando una sensación de intimidad, el momento era solo de ellos.

A lo Largo de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora