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Me conoces cual madre al hijo conociera,

ciega, vulnerable, un nudo fundido en espera.

Y aun así, al romperme en mil pedazos,

desarmada, saqueada, odiada y amada,

después de eso, de esto y de lo otro,

regresas, impune, injusta.

Y yo, que nunca dudé, fervientemente esperé,

desvanecida en la esperanza, no puedo dejarte pasar.

No soporto la fugacidad, lo vano y efímero que te envuelve,

¿acaso no hay hermosura en lo simple de la vida?

Jamás fui diestra en amores a medias,

y tú llevas toda una vida amando solo una parte de mí. 

MarchitasWhere stories live. Discover now