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En lo inefable, en esa frontera sutil, silente, sin ojos,

De esas, que el tiempo y el espacio no dominan,

Ni la sed ni la desolación pueden tocar,

De eso que se evapora, lo incorpóreo, irracional,

Allí habito, me envuelve.


No deseo hallarme en la soledad interna,

No me reconozco, evito oír mi voz.

Las palabras se me escapan, incontrolables,

Me detesto, soy ajena hasta para mí misma.


Como fugitiva de mi propio ser,

A solas, en el espacio que siempre habitó,

En el sótano frío y húmedo de mi existencia.

Nací predestinada a esta tarea,

No anhelo, ni puedo ser algo más,

Que una aspirante a escribir sin don aparente.

Aferrada a la vida, aunque renuncie a vivirla. 

MarchitasWhere stories live. Discover now