Breaking Legacies

Navidad

A mediados de diciembre, el profesor Snape se presentó en la sala común para fijar un aviso en uno de los tablones y solicitar que todos aquellos que planeaban quedarse en Hogwarts durante las vacaciones escribieran sus nombres en la lista antes de fin de semana. Harry se levantó de un salto de donde estaba trabajando en su ensayo de Historia de la Magia para escribir su nombre inmediatamente. Sin embargo, se detuvo cuando notó que Draco lo miraba de forma extraña. También Theo.

“¿Qué?”, preguntó, sintiéndose repentinamente cohibido.

—No te quedarás aquí para Yule en serio, ¿verdad? —preguntó Draco.

—Bueno, ¿sí? —respondió Harry; otra festividad diferente en el mundo mágico, la mayoría de los Slytherin parecían referirse a ella como Yule o Yuletide en lugar de Navidad—. ¿Por qué no lo haría? No puedo hacer magia exactamente en el mundo muggle. Así que bien podría quedarme aquí, donde puedo. —No mencionó que la principal razón por la que no quería irse durante las vacaciones era que no quería volver a Privet Drive y punto. Se había acostumbrado a ducharse cuando quería, usar ropa que le quedara bien y comer igual que todos los demás. Claro, podría haber prescindido de la amenaza inminente de que alguien potencialmente quisiera acabar con él, pero ¿qué tan diferente era eso de vivir con los Dursley, realmente? Puede que no hayan intentado activamente matarlo, pero ciertamente no lo trataron bien. Harry era lo suficientemente inteligente como para saberlo.

Draco lo miró pensativo. Si Harry no lo hubiera sabido mejor, tal vez hubiera pensado que Draco le iba a pedir que se quedara a dormir en su casa durante las vacaciones. Pero eso sería absurdo. Nadie le había pedido a Harry que se quedara a dormir en su casa en toda su vida, y no esperaba que algo así comenzara ahora. En lugar de pensarlo demasiado, se dio la vuelta para caminar hacia el tablón de mensajes y agregar su nombre a la lista. Hasta el momento, había algunos Slytherins mayores que estaban escribiendo sus nombres, y Harry quizás estaba un poco demasiado contento de ver que no sería el único que se quedaría atrás. A pesar de que no quería regresar a Surrey para las vacaciones, estaba un poco desanimado porque ninguno de sus amigos se quedaría con él.

Durante la última semana antes de que comenzaran las vacaciones, las celebraciones navideñas de sus amigos y los regalos que recibirían se convirtieron en el tema de conversación de muchas de sus conversaciones. Harry intentó permanecer callado durante estas discusiones, pero desafortunadamente no siempre evitó ser el centro de atención.

—Entonces, ¿qué esperas recibir este año, Harry? —le preguntó Millie mientras estaban sentados en su rincón habitual de la Sala Común.

—¿Eh? —preguntó Harry sin elocuencia, ya que no había prestado mucha atención a la conversación y en su lugar estaba fantaseando con el banquete que esperaba que se celebrara en el castillo. Millie repitió su pregunta y el grupo de jóvenes Slytherin lo miró expectante. Harry tragó saliva, sus mejillas sin duda se sonrojaron y delataron su vergüenza.

—¿Ah, sí? Yo... mmm... En realidad no celebro la Navidad —farfulló Harry—. No todas las familias muggles lo hacen. Y eso no era una mentira expresa . Era cierto que no todo el mundo no mágico celebraba la Navidad; había otras religiones con otras festividades como el Ramadán y Hanukkah. Y suponía que él, personalmente, no celebraba la Navidad. Los Dursley sí, pero él nunca se involucraba mucho en eso, aparte de ayudar con la preparación de las comidas y quizás recoger algunas de las sobras, si tenía suerte. Claro, su tía y su tío le daban un regalo cada año. Pero generalmente era un par de calcetines o uno de los juguetes viejos y rotos de Dudley.

—Qué extraño —murmuró Pansy, mirándolo con lástima—. Creo que todo el mundo debería celebrar la Navidad.

—Por eso me quedo en la escuela —Harry se aferró a su comentario como a un salvavidas—. Así puedo ver a qué se debe todo este alboroto.