[18]

20 5 2
                                    

El suave rayo de sol se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Bulma, iluminando los tonos azules de su cama.
Despertó con un suspiro, sintiendo el peso del cansancio en sus párpados, como si la noche anterior aún la persiguiera. Era un nuevo día, el día de su boda civil, y aunque las emociones seguían agolpándose en su mente, debía enfrentarse a la realidad de su matrimonio con Vegeta.

Se alistó con rapidez, eligiendo un conjunto sencillo pero elegante que le diera confianza. Optó por un vestido blanco corto que resaltaba su figura, combinándolo con unos tacones que la hacían sentir poderosa. Al mirarse en el espejo, notó un brillo en sus ojos, un destello de determinación que había estado oculto en la confusión de los días pasados. Sin embargo, su mente estaba llena de preguntas.

Al bajar las escaleras, el aroma del café recién hecho y el pan tostado llenaron el aire, creando una sensación cálida que contrasta con su ansiedad. Pero al entrar en la cocina, se detuvo en seco. Allí estaba Vegeta, esperando en la mesa. Su figura estaba erguida, con los brazos cruzados y una expresión que oscilaba entre la indiferencia y la determinación. Su cabello negro caía con desorden sobre su frente, dándole un aire de atractivo rudo.

—Buenos días —dijo Bulma con un tono que pretendía ser despreocupado, pero que sonó más frío de lo que esperaba.

Vegeta levantó la vista, sus ojos oscuros se encontraron con los de ella. Aunque no sonrió, su mirada era intensa, casi penetrante. El silencio entre ellos era palpable, una tensión que parecía crecer con cada segundo. Era inevitable que hablaran, y Bulma sintió un nudo en el estómago al saber que este momento había llegado.

Se sentó en la mesa, tratando de mantener una expresión indiferente. La luz del sol iluminaba su rostro, acentuando su nerviosismo mientras una ligera brisa se colaba por la ventana abierta.

—Así que... —comenzó ella, buscando algo que decir, pero las palabras se le atoraban en la garganta. La incomodidad era palpable, como si el aire estuviera cargado de electricidad.

Vegeta la interrumpió, su tono serio y directo. —Hay algo que necesito decirte, Bulma.

Ella se tensó, sintiendo que el momento decisivo estaba aquí. Él la miró a los ojos, y en su mirada había una chispa de vulnerabilidad que no le había visto antes.

—No quiero casarme contigo —confesó Vegeta, y las palabras cayeron como un peso en el aire.

Bulma se quedó en silencio,sintiendo que el corazón se le hundía. No quería mostrar lo afectada que estaba, así que mantuvo una expresión indiferente. —¿Y eso es lo que piensas decirme en nuestra primera mañana como esposos?

Él tomó un sorbo de café, como si necesitara un momento para reunir sus pensamientos. Las manos de Bulma se tensaron sobre la mesa, y podía sentir el zumbido en su pecho.

—Mi trabajo me consume. No puedo ofrecerte el tiempo y la atención que necesitas. Lo sé porque investigué sobre ti antes de acercarme —admitió, su voz un susurro grave que resonó en la habitación—. Supe lo de tu historia con Yamcha, y no quería involucrarte en una relación complicada.

Bulma sintió un nudo en el estómago, y el recuerdo de su pasado con Yamcha volvió a atormentarla. La traición, el dolor; era como un eco que no podía silenciar. —¿Y qué? ¿Decidiste hacer esto solo para mantenerme alejada de tus problemas?

—No, no es así. —Vegeta se inclinó hacia adelante, dejando su taza de café sobre la mesa—. Pensé que desde un principio te negarías a este matrimonio, pero vi que estabas decidida a seguir adelante. Tu necesidad de venganza por lo que te hizo Yamcha me pareció... interesante.

Ella lo miró, su corazón latiendo con fuerza, confundida entre la rabia y la incredulidad. —¿Interesante? ¿Así me ves? Como un simple proyecto de venganza?

La Venganza perfecta [Vegebul][AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora