Si te necesito

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Unas horas después | Realidad real.

Al día siguiente, Gojo se dirigió al castillo antes de que amaneciera por completo, eran apenas las seis de la mañana y el cielo comenzaba a teñirse con la primera luz del sol, aún tardaría un poco más en resplandecer todo, pero su inquietud le había impedido esperar más, la noche había sido un torbellino de pensamientos y emociones, y apenas había logrado dormir, se prometió así mismo no descansar hasta encontrarla, ahora, con la cruz firmemente sujeta en su mano, se sintió un poco más preparado porque ya tenía conocimiento de qué era lo que estaba enfrentando, y una idea de como podía vencerle. Las enormes puertas del castillo crujieron con un sonido grave al abrirse, resonando en el silencio de la mañana, pespiró profundo y comenzó a adentrarse en el lugar.

El aire frío y húmedo lo envolvió al instante, y una inquietante quietud lo recibió mientras caminaba de un lado a otro por los amplios pasillos, no se sentía tan presionado como cuando llegaron, su mirada se movía en todas direcciones, escaneando cada rincón en busca de pistas, el castillo tenía una extraña atmósfera, se preguntaba si esto tenía que ver con Utahime, los detalles en las paredes, las decoraciones y el polvo que cubría las superficies parecían contar historias olvidadas, como si cada piedra y cada objeto guardara secretos de épocas remotas que honestamente no le daban ganas de saber más al respecto, podía saber de lectura pero de ahí a temas arquitectónicos y de cultura ya no, eso era punto y aparte.

A medida que avanzaba, se topó con algunas cosas que le provocaron una especie de curiosidad o inquietud, era extraño, al abrir uno de los baúles antiguos, encontró series de libros polvorientos que parecían contener ilustraciones y relatos de cuentos antiguos, las figuras dibujadas eran extrañas y lúgubres, escenas que parecían cobrar vida bajo la tenue luz que se colaba por las ventanas rotas, los dibujos, aunque vagamente familiares, tenían un toque sombrío que le provocó un escalofrío.

Sin embargo, lo que realmente captó su atención fue un par de lentes redondos y oscuros, guardados en el mismo baúl, justo al lado de los libros. Gojo los levantó lentamente, examinándolos con detenimiento. Eran sorprendentemente parecidos a los que él mismo solía usar. La idea de que un objeto tan similar estuviera aquí, en este lugar donde Salathiel y tantos otros espíritus antiguos habitaban, le hizo cuestionarse si realmente se encontraba en terreno desconocido o si, de algún modo, estaba destinado a estar ahí.

Sintió un leve malestar, como si esos lentes fueran más que una simple coincidencia, el pensamiento le revolvió la cabeza y, por un instante, casi sintió que esas pertenencias le resultaban familiares, como si fuesen suyas o ya las hubiese visto antes, se forzó a dejar los lentes en su sitio y desviar la atención hacia su objetivo principal. No podía permitirse caer en distracciones ahora, no cuando Utahime seguía atrapada en algún rincón de este lúgubre castillo.

Con un esfuerzo, Gojo recuperó la concentración y continuó buscando,  sabía que debía mantenerse alerta, pues en su camino encontraba maldiciones menores que intentaban obstaculizarlo, atacándolo con una energía remanente y de muy baja intensidad. Afortunadamente, su habilidad le permitía deshacerse de ellas con facilidad, pero no podía evitar sentirse como si cada uno de esos pequeños ataques fuera una advertencia, una forma de desalentar su avance, como gente que se desviaba en su camino para decirle de nuevo que el no era bienvenido ahí.

A medida que Gojo exploraba, sus pasos lo llevaron a lo más profundo del castillo, donde se encontró con una puerta que parecía encerrar secretos antiguos, o eso creía por su ubicación, estaba cerrada con llave y atrancada con múltiples cadenas y barrotes, como si algo importante —o peligroso— hubiera sido encerrado ahí deliberadamente. La cruz en su mano vibraba levemente, indicándole que lo que buscaba estaba justo detrás de esa puerta. Eran muchos candados y cadenas puestas, él no iba ponerse a investigar como abrir artefactos de seguridad antiguos, así que sin complicarlo mucho, levantó una pierna y, de una patada, rompió la madera, candados y cadenas con un golpe seco. Aunque por un instante dudó de si había hecho lo correcto, después de todo fue gracias a su "irrespeto" que había comenzado con todo el caos, igual, el impulso de continuar fue más fuerte y lo dejó pasar..

Now That I've Found You | GojohimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora