La dama enmascarada (Anthony Bridgerton)

Mírate de nuevo

Anthony

Estoy sentado a la mesa, observando mi desayuno como si fuera un objeto extraño. La conversación familiar fluye a mi alrededor, pero es poco más que ruido de fondo. Mi mente está atrapada en otra parte, reviviendo la noche anterior. La imagen de Seraphina me persigue, su mirada reservada, pero ardiente, y ese toque accidental en el carruaje que encendió algo en mí, algo que no había sentido antes.

Es imposible ignorarlo. Su susurro, sus nervios al quitarse el velo... todo ha quedado grabado en mi memoria. Y ahora, estoy aquí, intentando aparentar normalidad, aunque siento una inquietud que no sé cómo sacudir.

—¿Todo bien, Anthony? —La voz de Eloise interrumpe mis pensamientos. Me mira, curiosa, con ese tono ligero que utiliza justo antes de lanzar una de sus preguntas impertinentes.

Levanto la vista hacia ella, su expresión es inquisitiva, una ceja levantada. Sé exactamente lo que está pensando, porque Eloise siempre me ha leído mejor que nadie. Es irritante, pero no puedo evitar admirar su tenacidad. Siento su mirada penetrante, intentando desentrañar lo que trato de mantener oculto.

—Perfectamente, Eloise —respondo con más brusquedad de la que pretendía. Su intromisión me incomoda, pero no puedo permitirme ser transparente. No con esto.

Eloise, como era de esperar, no se deja disuadir. Nunca lo hace.

—Oh, vamos. Estás raro desde hace días, más de lo habitual. —Ignora deliberadamente las miradas de desaprobación de mi madre cuando pone los codos sobre la mesa—. No me digas que es por los asuntos de la familia o alguna tontería parecida. Todos sabemos que puedes con eso. —Hace una pausa dramática, como si saboreara el momento antes de lanzarse—. Pero... últimamente te has estado viendo con Seraphina Bennet, ¿verdad?

El nombre de Seraphina en los labios de Eloise provoca una reacción en mí. Un revuelo en el estómago que trato de disimular. No puede saberlo. No puede entender lo que pasó anoche. Ni siquiera yo lo entiendo del todo.

—No la he estado cortejando, si es lo que insinúas —respondo, tratando de sonar firme. Y es cierto. No la estoy cortejando. Solo estamos... entablando una relación de amistad. ¿O eso es lo que quiero creer?

—No lo creo, claro —replica Eloise con una sonrisa ladina, como si supiera mucho más de lo que debería—. Pero es extraño, ¿verdad? —Su tono adquiere un aire juguetón—. No me digas que te interesa en otro sentido...

Me cruzo de brazos, desconcertado por su persistencia. Trato de mantener la calma, pero su pregunta me ha tocado un nervio. Es irritante que se entrometa, pero más molesto es que ni yo mismo tengo una respuesta clara.

—Estamos... entablando una amistad. Nada más —repito, intentando sonar despreocupado.

Eloise arquea una ceja, escéptica como siempre. Me conoce demasiado bien para dejarlo pasar sin más.

—¿Una amistad? —pregunta, arrastrando las palabras como si estuviera probando su sabor—. No es típico de ti buscar amistades entre las jóvenes debutantes, Anthony. Además... ella no es cualquier joven, ¿o me equivoco?

Respiro hondo, tratando de mantenerme firme, pero es inútil. Eloise tiene razón. Seraphina no es cualquier joven. No es como las demás debutantes que he conocido, con sus conversaciones vacías y sonrisas ensayadas. Seraphina es... diferente. Y aunque esas diferencias la hayan marginado de la sociedad, a mí me atraen de una manera que no puedo definir.

—No, no lo es —admito, sintiendo que algo en mi interior se resquebraja. Mis palabras salen con más sinceridad de la que pretendía—. Seraphina es... diferente.